Según las informaciones, el país se apresta a una serie de reformas políticas. Se habla de una reforma fiscal, una del Ministerio Público, entre otras.

Debido a la subrepresentación que históricamente ha solido tener el pueblo dominicano de abajo en las mesas de negociaciones, los tiempos de reformas suelen ser aprovechados por las clases dominantes para reforzar el predominio de sus intereses en las políticas nacionales.

Si una auténtica democracia es la participación popular en la toma de decisiones y en las riquezas nacionales, urgen transformaciones que incrementen la incidencia de la gente en lo político, más allá de los partidos que constituyen hoy una especie de casta aparte del pueblo.

Urge también una reforma que reconfigure la correlación de poder, actualmente abismal, entre ricos y pobres, por vías de un sistema impositivo y de servicios públicos con equidad: de cada quien según sus posibilidades y a cada quien según sus necesidades. Sobre el Ministerio Público hablaremos la semana próxima.