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En la Art Basel Basilea, 2024: el realismo integral de Annes Denes

Hoy domingo 16 de junio 2024 finaliza la más reciente edición anual de la Art Basel, Basilea.

En esta oportunidad los organizadores, el UBS y ArtBasel, informaron la participación de 285 galerías de arte procedentes de todo el mundo y un programa que incluyó un reconocimiento claro a ese llamado arte público que dialoga con el medio ambiente para marcar las asincronías y divergencias entre lo presumible como integridad: naturaleza y urbanidad —por “rigor”— desorganizante, por un lado; y humanidad y sociedad, por el otro, como en 1982 lo esbozó Annes Denes al “plantar”, frente a las hoy desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York, en el vertedero de Battery Park, al centro de Manhattan, su instalación “Wheatfield-una confrontación”, ocupando hasta 8 mil metros cuadrados con trigo dorado al punto de cosechar. Los curadores de Art Basel Basilea procuraron e incluyeron una versión de tal pieza, destacando el rol de la artista y la corriente artística que preconizó, considerando que su trabajo “parece hoy más profético que nunca”, “Después de más de cuatro décadas de empoderamiento del cambio climático y la creciente desigualdad económica (y la miseria humana que engendran miles de toneladas métricas de CO2)”. Se trata de un tipo de arte que todavía hoy la artista vincula a los sentidos opuestos verificables en el desarrollo de los temas más retadores de la actualidad: alimentos, energía, comercio mundial, economía, mala gestión, desperdicio, hambre mundial y preocupaciones ecológicas.

Resalta cómo, desde un concepto petrificado de “realismo” la señora Annes Denes articuló otro, dinámico y envolvente, capaz de generar modos renovados y renovantes de aproximación, concepción, abordaje y modelado del hecho y la experiencia artísticos. Sin cambiar esta “nomenclatura”, avanzó, desde lo que le es esencialmente propio e imprescindible, a un tipo de concepción-expresión artísticos que posibilita al ser establecer, crear y participar en un tipo de interrelación tri y tetra dimensionales con una obra de arte que ahora deja de ser paisaje figurado —tridimensional o bidimensional de recorrido pasivo y relativamente estático— a otro al menos envolvente, reclamante de la participación, el recorrido total y la integración desde ópticas plurales.

Es lo que se infiere de la respuesta de la artista a la solicitud de Christian Viveros-Fauné, quien la entrevistó vía correo electrónico para el portal de Art Basel, sobre su paso del caballete a las instalaciones. Lacónica, casi arcana en sus respuestas, la obra de la señora Annes Denes es, por el contrario, poética y locuaz.

Su propuesta resulta del diálogo entre la actualidad y el futuro, de manera que el pasado aquí es negado como opción. La impulsa la responsabilidad ante los demás y el sentido predictivo, una “ética de la responsabilidad” social: anticipar los resultados de ignorar la necesaria re-integración, la dependiente interrelación, entre ciudad y naturaleza, ser y medio ambiente, planteada aquí como urbanización y ruralidad, diada excluyente ante la cual la artista expresa su inaceptación e inconformidad expresando “intento comunicar la condición humana y ofrecer soluciones benignas cuando puedo”. El pasado en esta estética carece de relevancia. Ella pretende marchar hacia el futuro desde ahora, desde hoy.

No es, pues, este ejercicio de Annes Denes, un bocado dulce para degustar rápido desde las percepciones estéticas seculares; tampoco artificio que engalana ostentaciones; menos divertimento para autocomplacencias inmanentes a la “participación cultural” con fines excéntricos y fines comerciales. Es ejercicio del derecho a la expresión, a emitir el pensamiento sin trabas ni límites, un pensamiento tan repleto de razonamiento estético como humano, científico y social. Esta obra deviene, entonces, en declaración, “statement” de este ser comunicante que llamando alerta; que ratifica su vocación realista para plantear y otorgar vigencia, desde las artes, a lo que considera necesidad perentoria, yerro político, económico, cultural y social: la reintegración entre espacios y ser, entre actividad económica y una finalidad social garantista de la convivencia entre personas, industrias y naturaleza.

Al hacerlo, reubica, sin destruirlo, el término realismo en las coordenadas de una historia del arte continua, transcurriendo; quizás como realismo ecológico; o, tal vez, realismo integral, abriéndole surcos renovados a su caudal y oportunidad de persistir. No se trata de una postulación huera. Y aquí racionalidad domina sobre emotividad. Al realismo siempre le ha sido consubstancial la urgencia con este tipo de vínculos. Desde sus orígenes y 1848 trata de visibilizarlos, establecerlos, replantearlos —y plasmarlos estéticamente— entre la condición humana y las múltiples dimensiones del ser y la sociedad: frente a los postulados, a las ciencias, a la política o el Poder, a la economía, a lo étnico y “las razas”, a las clases sociales, a los territorios, al origen, a los supuestos, a las creencias y religiones y, finalmente, a las tecnologías, sin olvidar las propuestas de abordajes realistas en torno a la interrelación sujeto, objeto, arte y Ser.

Efecto de estas articulaciones múltiples y evolutivas, el realismo ha mantenido una actualidad impresionante y puede considerarse entre las fuerzas determinantes y más significativas de la variabilidad y desarrollo de las artes, lo que la propuesta de Annes Denes permite argumentar desde un enfoque de actualidad.

Independientemente de la intención de la artista, su propuesta conciencia a los ciudadanos —en su sentido general—, y los motiva a que incluyan tales objetivos y contenidos en el diálogo político, económico y social.

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