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SIN PAÑOS TIBIOS

El PLD: renovación o extinción

Hoy el PLD tiene una cita con la historia. Tras la debacle del 19 de mayo, su secretario general, Charles Mariotti, confirmó que había sido convocado su Comité Político a una reunión para conocer “los informes de las diferentes demarcaciones del país y lo concerniente al tema electoral para hacer la evaluación partidaria de dicho proceso”.

El PLD se encuentra en una encrucijada peligrosa. Su última crisis similar se gestó a inicios de los 90s, cuando los jóvenes y aguerridos Leonel, Temo y Danilo, lideraron la toma del poder partidario que desplazó a Bosch y la guardia pretoriana en la dirección; hizo los ajustes necesarios para sintonizar con el sentir mayoritario de cambio que quería la ciudadanía; y se dio la buena dosis de realpolitik que le permitió tomar el poder en 1996.

Desde entonces, la dirección partidaria se mantiene incólume y bajo el match Leonel-Danilo, no sólo se repetía el de Stalin-Trotski, sino que se expresaban contradicciones internas que pudieron ser contenidas mientras se ejerció el poder a plenitud, con un sentido colegiado que garantizaba poder y privilegios a todos. Roto el acuerdo, avasallado Leonel en 2019 y derrotado el partido en 2020, todo ha sido un rodar cuesta abajo.

El partido ha perdido la legitimidad ciudadana y la nomenclatura que emergió tras su IX Congreso no hizo más que ahondar las insatisfacciones y frustraciones de la militancia, que observa como una historia de décadas se va al sumidero por el interés de unos cuantos en mantenerse en camarotes de primera clase, aunque el barco se llame Titanic.

Danilo tenía razón, quien quedara en tercer lugar estaría condenado a la extinción… o tal vez no. O por lo menos eso piensan quienes ven en la reunión de hoy la última oportunidad para rectificar el rumbo, algo que sólo puede lograrse bajo la premisa de que la actual dirección agotó su ciclo histórico, y que es imperativo un proceso de renovación de la dirección colegiada; no sólo de nombres, sino de prácticas y paradigmas.

Como Saulo, Danilo recorre hoy el camino a Damasco. Puede mantener el curso de colisión o reivindicarse ante el partido, el país y la historia. Sólo él tiene la autoridad institucional, moral y política para dar un ejemplo vinculante a todos sus pares.

La salvación del PLD pasa por su renovación, y el comienzo de ese proceso supone la renuncia inmediata de todos los miembros de su Comité Político, la designación de una comisión organizadora de un nuevo congreso y la validación en sus bases de todo el que aspire dirigirlo. Y esto sólo lo puede hacer Danilo, renunciando él mismo en primer lugar, y, con su ejemplo de grandeza y compromiso, conminando a todos los demás a hacerlo.

Está en sus manos decidir qué uso dará a su autoridad. Si condenará al partido a la extinción o le brindará una segunda oportunidad, en tanto actor fundamental de nuestra democracia.