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Sensatez...

Es en esencia la capacidad de muchas personas que les permite tomar decisiones con madurez y cordura. Y eso a su vez conlleva una dosis de nobleza, como por ejemplo lo que ha ocurrido en nuestro país con las recién pasadas elecciones, que pocas horas después de concluidas las votaciones, los dos principales candidatos opositores, actuando con sensatez, reconocieron ante el vencedor su victoria.

Sin embargo, en nuestra vida cotidiana ocurren muchas conductas insensatas, como por ejemplo los feminicidios. Veamos un ejemplo de una conducta insensata que el excelente escritor Kalil Gibran nos describe en su libro “El loco”, en el apartado titulado “Los dos ermitaños”: "En una lejana montaña vivían dos ermitaños que rendían culto a Dios y que se amaban uno al otro. Los dos ermitaños poseían una escudilla de barro que constituía su única posesión. Un día un espíritu maligno entró en el corazón del ermitaño más viejo, el cual fue a ver al más joven. - Hace ya mucho tiempo que hemos vivido juntos- le dijo, ha llegado la hora de separarnos por tanto dividamos nuestras posesiones. Al oírlo, el ermitaño más joven se entristeció. -Hermano mío- dijo, me causa pesar que tengas que dejarme. Pero sí es necesario que te marches, que así sea. Y fue por la escudilla de barro, y se la dio a su compañero diciéndole: No podemos repartirla, hermano; que sea para ti. No acepto tu caridad, replicó el otro, no tomaré, sino lo que me pertenece. Debemos partirla. El joven razonó. Sí rompemos la escudilla, ¿De qué nos servirá a ti o a mí? Sí te parece propongo que la juguemos a suerte. Pero el ermitaño persistió en su empeño, solo tomaré lo que en justicia me corresponde, y no confiaré la justicia de mis derechos a la suerte. Debe partirse la escudilla. El ermitaño más joven, viendo que no valían razones dijo: Está bien; sí tal es tu deseo, y si te niegas a aceptar la escudilla, rompámosla y repartámosla. Y entonces el rostro del ermitaño más viejo se descompuso de ira, y gritó: ¡Ah, maldito cobarde! No te atreves a pelear, ¿Eh?".

Ese relato que podría parecer cómico, ocurre con altísima frecuencia en nuestra vida cotidiana, es decir, personas más interesadas en tener conductas insensatas, bajo el disfraz de defender sus "derechos", y caen entonces en lo que se conoce como lucha por el poder, donde lo importante no es obtener aquello que estamos reclamando, sino que la "batalla" se mantenga de manera indefinida, para seguir fastidiando, al contrario, o a los contrarios.

Esa situación es muy lamentable que ocurra en parejas que se juraron que se tendrían "amor eterno", pero en la práctica viven en una guerra sin tregua, ocasionándose micro traumas afectivos de manera continua que van minando su salud física y emocional, y se tornan en personas aburridas, el síntoma principal de los cuadros depresivos actuales.

Quien esto escribe hace varios años se vio envuelto en una discusión con un colega cardiólogo muy apreciado, la cual de inicio parecía completamente inofensiva, pero que al igual que con los ermitaños, se fue acalorando, y lamentablemente terminó con la ruptura definitiva de esa amistad. El motivo de la discusión era verdaderamente banal, el colega sostenía que Miguel Diloné era el mejor pelotero que había surgido de la región del Cibao. Nosotros ripostábamos, asegurando y apoyándonos en datos estadísticos del béisbol de las Grandes Ligas (MLB), que sí bien era cierto que la popularidad del pelotero Diloné era estratosférica en nuestro país, aun siendo así, eso no debía impedir reconocer que, si hablábamos del concepto del mejor, entonces la discusión no tenía razón de ser porque la superioridad de Luis Polonia en las Grandes ligas sobre Diloné era incuestionable y abismal.

Como la discusión se fue acalorando más y más, por esa razón decidimos ceder y decirle a nuestro apreciado amigo y colega de esta manera: Está bien, ganaste, tú tienes la razón. Para sorpresa nuestra, aquellas palabras consideradas por nosotros como inofensivas y bondadosas (por el afecto hacia el amigo y colega), en lugar de poner fin a la discusión, estuvieron a punto de ocasionar una tragedia, porque el colega rojo de ira me dijo lo siguiente: ¿Quién te crees que eres tú para darme la razón a mí? Tú no tienes que darme la razón porque yo la tengo. Y además me has herido con tus palabritas finas y burlonas (cínicas), pretendiendo ridiculizarme, y yo soy un campesino, y los campesinos lavamos las heridas con sangre, así que te reto a que crucemos al Centro Olímpico (trabajábamos en el hospital central de las Fuerzas Armadas, situado frente a esa instalación deportiva) y resolvamos este agravio.

La población dio un ejemplo de civismo en las pasadas elecciones generales.

La población dio un ejemplo de civismo en las pasadas elecciones generales.ARCHIVO/LD

Ante esa conducta sumamente insensata, mi respuesta fue retirarme del lugar, no por cobardía, sino porque aplicamos nuestros conocimientos bíblicos, con aquello que dice: "Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él". (Proverbios 26:4).

Veamos una historia de insensatez, contada por Jesucristo: "Por eso el reino de los cielos viene a ser como un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos. Puesto a hacer cuentas, le presentaron a uno que le debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el señor mandó que fuese vendido él con su mujer y sus hijos y todo lo que tenía, y que así pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies y le suplicaba: Ten paciencia conmigo y te pagaré todo. El señor compadecido de aquel siervo, lo mandó a soltar y le perdonó la deuda. Al salir aquel siervo, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, lo ahogaba y le decía: Págame lo que me debes. Su compañero, se echó a sus pies y se puso a rogarle: Ten paciencia conmigo y te pagaré. Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se disgustaron mucho y fueron a contar a su señor lo que había pasado. Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: Siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti? Y su señor irritado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase toda la deuda". (Mateo 18:23-4. Versión Biblia de Navarra).

El problema de la insensatez es que cualquier persona puede cometer actos dominada por la ira, o por cualquiera de las otras pasiones. Por eso la mejor definición de loco es: “Aquel o aquella que no es capaz de ver la realidad”. Y desde ese punto de vista, todos hemos realizado alguna vez en nuestras vidas actos locos (insensatos) y aunque podría ocurrir que nadie nos reclame, aun siendo así, nuestro inconsciente nos hará saber de múltiples maneras que hemos actuado de manera insensata, y nos lo hará pagar, haciéndonos tener insomnio, irritabilidad y falta de concentración en los asuntos habituales de nuestra vida cotidiana.

En conclusión, debemos sentirnos bien, debido a que en estas recién pasadas elecciones, nuestro pueblo tuvo una conducta sensata, con un comportamiento ejemplar -los conflictos fueron mínimos-, lo cual nos hizo quedar muy bien ante el mundo. Y para colocar la cereza en el pastel -como se dice en la jerga dominicana- los principales candidatos opositores, reconocieron con nobleza de espíritu y sensatez (valga la redundancia), no que habían sido derrotados, sino que su oponente había vencido. Lo anterior podrá parecer que es lo mismo, pero no lo es, y es probable que alguna persona lo lea miles de veces y nunca logre comprender la diferencia. Del mismo modo que expresamos en un pasado artículo titulado “Inhibición del triunfo” que Winston Churchill perdió varias veces antes de ser elegido primer ministro (1940-1945), y tuvo la responsabilidad de conducir de manera exitosa a Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque los desconocedores de las intríngulis políticas y de la conducta humana todavía no logran comprender cómo Churchill, quedando como héroe de guerra, perdió las elecciones de 1945.

Debemos sentirnos conformes con la sensatez mostrada por nuestro pueblo, independientemente de las simpatías políticas.

El autor es general psiquiatra (retirado) del Ejército

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