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Alertas ante el riesgo de compra de cédulas y votos

El próximo domingo 19 de mayo los dominicanos escogeremos y designaremos, mediante sufragio universal y directo, las autoridades que habrán de gobernarnos hasta el 15 de agosto del 2028.

Lo haremos en un escenario difícilmente reversible, caracterizado por una gran certidumbre: la preferencia en la intensión de voto permanece —además de creciente— a favor del candidato y actual presidente constitucional Luis Abinader Corona, a quien las mediciones más creíbles del mercado electoral confieren amplia ventaja sobre sus contendientes.

Esta alta simpatía ciudadana a favor del propulsor de El Cambio genera —junto al ánimo nacional festivo por tan anticipada dicha—, un riesgo: impulsar en los adversarios políticos necesidades imperativas como la obstinación de cambiar el rumbo de la historia mediante la inyección, en el torrente electoral, de pesos y recursos provenientes de ilícitos con miras a inocularle el cáncer de la anti democracia.

De forma tradicional y general, las denuncias de compras de cédulas y de votos han sido el recurso complaciente de los perdedores. No significa que ellos no hayan recurrido a ese “método” porque desde antes del sufragio conocían las probabilidades reales de sus candidaturas.

Hoy, la alta simpatía de que gozan las candidaturas del presidente Abinader y del Partido Revolucionario Moderno (PRM, en el Poder) constituye un hueso duro de roer por las intensiones de éxito electoral hoy imposibles de sus adversarios. Como opción, pueden decidir aceptar la realidad y ahorrarse los dineros para futuros usos. O, en cambio, “invertirlos” con el objetivo de torcer una voluntad popular obstinada en expresarse sin interferencias para que avance su democracia y, desde esta, sus oportunidades de soluciones sociales, económicas y políticas.

Son los adversarios de Abinader y del PRM quienes —con más probabilidad— necesitarán, los días previos a mayo 19 y durante ese día, formas ilegítimas de incrementar sus oportunidades, cifrables como votos emitidos por los electores a favor de sus candidaturas.

Escudados por una holgada simpatía popular medida y reiterada desde diferentes ámbitos, el Presidente Abinader y el PRM no necesitan votos comprados, ni obstruir el sufragio porque nadie sale a los mercados a comprar lo que le sobra.

Como según las encuestas y lo percibido en las calles a Abinader y al PRM sobrarán votos, la probabilidad está a su favor y su rol óptimo es estimular el sufragio, no obstruirlo.

Quienes necesitarían adquirir cédulas y obstruir votos para restarlas a la probabilidad triunfal de las candidaturas oficiales, ¿serían PRMistas?

Sería absurdo, ¡de locos!

La probabilidad discernible desde la doctrina del mercado —espacio para adquirir satisfacciones y suplir carencias— sugiere que aquellos candidatos con “ranking” electoral más competitivo serían los más proclives a conductas ilegales e incívicas como comprar cédulas y votos. ¿Su objetivo? Reducir la posibilidad de que materialicen en votos esos altos niveles de simpatía que el Presidente Abinader y los candidatos del PRM registran en todas las mediciones electorales.

¿Será esta la primera vez en nuestra historia electoral que los avisados perdedores acepten su derrota “sin hacer algo al respecto”?

Un riesgo ante el cual el país, la JCE, el PRM y el gobierno deben permanecer alertas.  

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