¿Cambio de piloto? ¿Pero hacia el mismo faro?
Cuando se piensa en una embarcación y su rumbo, comúnmente se debe pensar en el piloto, la tripulación, los pasajeros, los equipos y el estado mismo de funcionamiento integral del barco. Al igual que un avión, el barco necesita de mantenimientos y de chequeos rutinarios antes y después de un recorrido.
Se entiende que estas revisiones mitigan los riesgos para la ocurrencia de eventos que podrían resultar en una avería y hasta en un naufragio, dependiendo de la naturaleza y la importancia de las partes que dejen de funcionar o estén defectuosas en un momento determinado.
Si en un avión de repente fallan los motores y no hay forma de aterrizar en un lugar adecuado o de planear con la nave, existe la alta posibilidad de un siniestro y una destrucción fatal de la nave, la tripulación y los pasajeros,
En el caso de un barco generalmente se goza de más tiempo para reaccionar e intentar salvar vidas, pues un naufragio casi siempre es un proceso mucho más lento, que normalmente permite la llegada de múltiples ayudas, aunque los depredadores naturales contribuyen a acelerar el proceso de restar vidas.
Pero en adición a esto, nos gusta la idea del barco, ya que se puede hacer una analogía y comparar el éxito de un barco que llega a buen puerto y muchas veces se sitúa en el contexto de una nación.
Si cambiamos el contexto el barco entonces es la nación, el piloto el presidente de la república, la tripulación los funcionarios públicos y los servidores, las distintas entidades públicas que echan a andar el barco, y los pasajeros son los habitantes en ese país, que deben ser servidos y cuidados por tripulación del barco.
Cuando pensamos en este contenido asumimos que estas elecciones congresuales y presidenciales, implican una oportunidad de cambiar de piloto y de parte de la tripulación del barco que es la nación dominicana. Pues tal vez los dos poderes más impactantes en la vida republicana se eligen el 19 de mayo. El poder ejecutivo con las elecciones presidenciales y el poder legislativo con los diputados y senadores.
Pero las preguntas fundamentales de esta reflexión son: ¿Cambio de piloto? ¿Hacia el mismo faro?. ¿Cuál sería la diferencia si vamos al mismo puerto y nos guiamos con el mismo faro y navegamos en el mismo barco?
Es una pregunta estratégica que invita al cuestionamiento pero a la vez no ofrece grandes sorpresas. ¿Si el destino del barco es el mismo, que haremos con la tripulación actual?. Es que hasta ahora, los pasajeros del barco se quejan de desatención y todo luce indicar que en cualquier momento el barco puede naufragar.
Las leyes de la navegación no las puede cambiar un nuevo poder legislativo. Tendrán que subirse al barco y también nadar un poco en el fango que han creado los que le han depredado.
Aunque si es posible dar un buen mantenimiento o realizar buenas reparaciones a partes dañadas por el piloto y su tribulación en las travesías nacionales. Y al mismo tiempo garantizar a los pasajeros que serán tratados con respeto, con dignidad y que su barco que es propiedad de todos los dominicanos, será restaurado para asegurar llegar al mejor puerto.
Pero aún queda un problema, el faro. Es que el faro se cansó de pestañar y de recordar al piloto y su tripulación, es por aquí, esta es la ruta, este es el camino y todo ha sido para recibir como respuestas un oído sordo.
De repente habrá que cambiar el faro y colocar un faro inteligente, parecido a los semáforos del Intrant, que al parecer fueron puestos todos a pesar de la prohibición y la suspensión del contrato.
¿Cambiar el piloto, hacia el mismo faro, con una nueva tripulación, con los mismos pasajeros, con las mismas tormentas y traiciones a la soberanía y a la dominicanidad. Con las mismas reglas de la agenda 2030?.
Con la misma persecución a los valores cristianos. Con los mismos compromisos visibles o soterrados con los intereses supranacionales y fusionistas. Con un sistema de partidos decadente y no comprometido con el interés nacional.
Todo esto junto a un proceso electoral casi siempre viciado, cuestionado, comprado y unos observadores caballos de Troya en contra de la soberanía nacional. Parece más la obra completa de una tragicomedia en contra de la nación dominicana.
Pero es un deber asistir a ver el faro, que dará unos cuantos pestañazos mas durante el día 19 de mayo. Aunque a las 6 pm ya la luz no alumbre más y así hacer más fácil cualquier manipulación del escrutinio.
Ir a votar por representantes que no representan a nadie, con ideas que en la práctica forman más de la gran mentira democrática que vive la nación. Porque una golondrina no hace verano y entonces la realidad del aporte de ese fantástico legislador sería y ha sido igual a cero.
Cambiar o no cambiar de piloto, usando el mismo faro con luz intermitente y energía fallida, con un barco con pisos y paredes dañados por las perturbadoras maniobras de los depredadores de turno. No garantizan una convivencia pacífica ni una plausibilidad sostenible para las nuevas autoridades.
Lo que debería ser una fiesta democrática, es una nueva marca indeleble, que hunde mas al país en la desesperanza aprendida y alejan hacia el horizonte los sueños de progreso.
Los compromisos contraídos por una gestión anti soberanía en lo territorial y lo financiero, pretende sacrificar más la economía domestica, pero cuando una nueva inflación provocada o no, asome su cabeza de resabio y se deteriore mas la calidad de vida, comenzará la guerra sin cuartel, contra cualquiera que sea la tripulación y el piloto de este barco.
Los augurios no son de paz ni de tranquilidad para la familia dominicana y mucho menos para el nuevo gobierno.
Todos los que aspiran a pilotear la nave, hablan de estrangular mas a la clase media que hace rato se hartó de los políticos, y que no cesará en sus protestas populares con la primera medida que se tome en su contra en un nuevo gobierno.
En argentina no cesan las protestas contra las medidas de choque de un pensamiento ultra derechista y percibido como descabellado. Dominicana no será la excepción si se quieren adoptar formulas que empobrecerían más a la clase media.
Si de nuevo venimos con el antídoto de la política de manipulación comunicacional establecida, la técnica del cuento mal contado, donde la principal fake news es la versión oficial cada vez más, la nación dominicana no tendrá paz, y la desobediencia civil será la norma que invadirá el pensamiento ya sensato y digno, de la gente harta de los maltratos de los políticos.
Por eso, en lugar de cantar victorias, y esto lo digo a los que ocuparán posiciones de mando, a los que logren un “triunfo electoral”, piensen bien que su tiempo apremia y que los ojos del huracán dominicano los observa, y cuando les pase por encima o la factura divina, no tendrá contemplaciones.