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La culpa y los padres

La culpa psicológica (hay también culpa jurídica, filosófica y en otros ámbitos) es una sensación de angustia intermitente, por creer que hemos ocasionado un daño físico o moral a otra persona, o a un grupo de personas, ya sea por acción directa u omisión (conducta pasiva).

Aunque el sentimiento de culpa suele acompañarse de varios síntomas, siendo entre otros, insomnio rebelde, irritabilidad, hiperestesia (molestan hasta los ruidos más leves) y dificultad para concentrarse, lo cual afecta la capacidad de atención, eso puede llevar a creer que se padece de problemas con la memoria, debido a que para poder fijar los hechos en la mente, tenemos que poner mucha atención, pero no es cierto que exista un trastorno de ese tipo.

Aun teniendo algunos o muchos síntomas relacionados o derivados del sentimiento de culpa, también debe quedar bien claro que no existe ningún medicamento que lo cure. Se puede usar algún fármaco para aliviar el insomnio y la Irritabilidad, pero para Lograr la curación de la culpa se necesita hacer una excelente Psicoterapia.

Los padres suelen sentirse culpables por conductas deleznables de algún hijo (a), y entonces suele ocurrir que el gusanillo de la duda penetre en ellos con interrogantes como: ¿En qué fallé? ¿Cuál fue mi error? ¿Qué pude haber hecho para prevenir...? Y otras más, de manera tal que el sentimiento de culpa se fortalece y se apodera de esa persona, esclavizándola y llenándola de angustia.

En nuestra vida cotidiana suele ocurrir que muchos hijos adoptan una conducta parecida a la de Sancho Panza, el cual luego de Don Quijote esforzarse por darle excelentes consejos para que dirigiese bien la ínsula que le habían dado para que la gobernase, le dijo lo siguiente: "Señor, respondió Sancho, bien veo que todo cuanto vuestra merced me ha dicho son cosas buenas y provechosas; pero ¿de qué me han de servir, si de ninguna me acuerdo?".

Eso podría parecer chistoso, pero en realidad es muy lamentable que muchos hijos reaccionen de una manera parecida a la de Sancho Panza, cuando sus padres se esfuerzan en usar palabras sublimes para aconsejarles. Incluso ya ni siquiera hacen esfuerzos en rebatir a sus padres, sino que sencillamente al igual que Sancho, no ponen atención y olvidan rápidamente todo lo que les han dicho.

Erich Fromm, en su libro “Ética y psicoanálisis”, plantea que "La razón (sabiduría) implica una tercera dimensión, la de la profundidad, que alcanza la esencia de las cosas y de los procesos, sí bien la razón no se encuentra divorciada de los fines prácticos de la vida, no es un simple instrumento para la acción inmediata. Su función es conocer, entender, captar y relacionarse con las cosas por medio de su comprensión". Entonces, si los padres analizaran con sabiduría, el hecho o los hechos punibles cometidos por sus hijos, eso les permitiría tener la reacción de duelo normal, por el castigo que reciba su hijo. Y al mismo tiempo tendrían la capacidad de no padecer del sentimiento de culpa, o si ya lo tienen, poder curarse de ese terrible fastidio.

Alguien podría decir “pero yo no tengo ese tipo de sabiduría”. Y eso sería una afirmación válida, debido a que ciertamente la instrucción académica no garantiza obtener sabiduría, porque sabemos que muchas personas con una elevada formación educativa se comportan como verdaderos patanes.

Los padres suelen sentirse culpables por conductas reprochables de sus hijos.

Los padres suelen sentirse culpables por conductas reprochables de sus hijos.ARCHIVO/LD

El asunto es que si usted cree que no tiene la sabiduría suficiente para manejar estos conflictos, tan solo tiene que hacer lo que dice la Biblia: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque la duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos". (Santiago 1:5-8).

Una información que puede ayudar a disminuir la cantidad de padres con sentimientos de culpa es saber que la personalidad se compone básicamente de dos elementos: el temperamento y el carácter. El temperamento tiene su base biológica, o sea, lo heredamos de nuestros ancestros, mientras que el carácter se forma básicamente por nuestras relaciones sociales en nuestra niñez y adolescencia. Y esto último es muy importante debido a que en la actualidad muchos jóvenes de carácter débil, se dejan influenciar más por sus "amiguetes", que por sus padres. Y eso explica que jóvenes provenientes de hogares aparentemente estables, cometan actos delictivos que culminan en tragedias. Así, por ejemplo, tenemos el caso de los hermanos César y Omar López Méndez, del municipio Moca, en la provincia Espaillat. Su crianza fue en un hogar modelo. Su madre psicóloga y el padre propietario de tierras agrícolas fértiles, en las cuales cultivaban hortalizas y las vendían. Todo iba bien hasta que el mayor (César), unos años antes de ser ultimado por la Policía en 2014, inició una amistad cercana con unos jóvenes de conducta "sospechosa", y arrastró a su hermano menor (Omar) a esa relación. En 2013, estos hermanos fueron acusados de asesinar al coronel del Ejército, Domingo Antonio Pérez Paulino, y también de otros delitos.

Finalmente, en 2014 en un "intercambio de disparos" fueron eliminados por la Policía.

Los padres de estos jóvenes, estando en el cementerio, antes de proceder al entierro, pidieron perdón públicamente a la sociedad dominicana, por los desmanes ocasionados por sus hijos.

Está completamente claro que estos padres, además de la reacción de duelo natural, también sentían un profundo sentimiento de culpa.

Recientemente ocurrió un caso que hizo mucho ruido, por tratarse de un Youtuber con "relativa fama", el señor Vincent Carmona, apodado Dotol Nastra, pero no vamos a analizar ahora ese caso.

Aunque es irrefutable que esos padres sufren mucho. Sin embargo, no son los que más padecen, porque ese penoso "honor" les corresponde a los padres con hijos adictos irreductibles a las drogas ilegales. Lo de ilegales se debe a que todos los medicamentos se conocen como drogas lícitas, y también los diferentes tipos de bebidas alcohólicas son drogas legales.

Y el dolor de estos padres es mayor, porque estos hijos tunantes, aprovechándose del sentimiento de culpa de sus padres, sabotean sus afectos convirtiéndolos en guiñapos humanos, en "muertos vivientes", debido a que estos hijos, como si fuesen sanguijuelas, les van extrayendo de manera pausada, pero continua, la alegría de vivir, y no solamente eso, sino que además les hacen gastar prácticamente todos sus recursos económicos.

El sentimiento de culpa se convierte en un freno afectivo, que impide que estos padres venzan sus temores y se armen de valor, y les den ultimátum a estos hijos "asesinos del afecto de ellos", y les digan más o menos lo siguiente: “O te tratas realmente, o ya no podrás vivir con nosotros”.

Y lo que la mayoría quizás ignore es que casi todas estas sanguijuelas malignas son mayores de edad, pero no quieren curarse.

Por cosas parecidas a esas fue que el psicólogo Jesucristo le preguntó mirándole a los ojos al paralítico de Betseda: "¿Quieres ser sano?" (Juan 5:6).

Para aquellos que piensen que sería una conducta muy dura de un padre dar un ultimátum, veamos entonces lo que se conoce como psicoterapia implosiva, la cual hace el mismísimo Yahvé actuando como psicólogo clínico con su hijo Caín. "Al cabo de algún tiempo Caín ofreció al Señor frutos del campo; y Abel, por su parte los primogénitos y la grasa de su ganado. El Señor miró complacido a Abel y su ofrenda, pero no a Caín y la suya. Por esto Caín se irritó en gran manera y andaba Cabizbajo. Entonces dijo el Señor a Caín: ¿Por qué estás irritado? ¿Por qué andas cabizbajo? ¿No llevarías el rostro alto sí obraras bien? Pero si no obras bien, el pecado, acecha a la puerta, no obstante, tú podrás dominarlo". (Génesis 4: 3-7, versión Biblia de Navarra).

En conclusión, para nosotros poder estar capacitados y preparados para enfrentar de manera exitosa los innumerables conflictos de nuestra vida cotidiana, la mejor opción es pedir de Dios sabiduría de lo alto.

El autor es general psiquiatra (retirado) del Ejército

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