Ideando
José Guillermo Sued
José Guillermo Sued está “ vivo para algún fin”, como suele decir el pueblo cuando alguien supera dificultades de salud milagrosamente.
Pues hace años enfrentó exitosamente un cáncer de mama ( que suele darse en un porcentaje muy bajo en la población masculina¬ ) que le llevó a un proceso quirúrgico de mucho riesgo y a una larga tanda de quimioterapia y radioterapia en Estados Unidos. Superó dicho cáncer y años después recibió el de alta de dicho padecimiento.
No hace mucho sufrió una caída en su hogar que le produjo una lesión en la médula espinal que le provocó daños en algunas vértebras, lo cual le llevaron nueva vez, y de manera urgente, al quirófano, sobreviviendo al mismo y teniendo que agotar posteriormente terapias intensas para evitar una paraplejia que le dejara para siempre inutilizado en sus funciones de movilidad corporal.
Este último accidente, después de ser atendido en el país con relativo éxito, lo llevó a un centro de salud especializado en Barcelona, España, donde hace ya un tiempo recibe atenciones terapéuticas muy auspiciosas que han hecho milagros en su cuerpo.
De José Guillermo Sued conocíamos muchas virtudes: sabíamos de su grandeza y su fama como locutor y maestro de ceremonias; sabíamos de su maravillosa voz y su original estilo; de su pulcritud al hablar y su consagración profesional; de su don de gente y su bonomía; Pero pocos sabíamos de su estoicismo para enfrentar calamidades extremas, tragedias que arrodillan a cualquiera y desdichas que pueden doblegar la voluntad de los más valientes.
Sin embargo, ha superado todas esas desdichas y ha pasado todas esas pruebas con notas de valentía y fe que hoy, todos los que le queremos y admiramos, celebramos de corazón. Así como de seguro él también celebra el apoyo, el cariño y la entrega de una familia que le ha acompañado en todos estos angustiosos episodios de vida y lo han hecho de manera amorosa y cercana.
Saber que hoy ha logrado sobreponerse a todas esas adversidades y que pronto lo tendremos entre nosotros, es motivo de júbilo para los que le queremos, porque las alegrías, así como las penas, de quienes queremos verdaderamente, también son nuestras alegrías y nuestras penas.
Abrazos, querido hermano. Nos sobra júbilo.