Proveer de espacio el mundo de las ideas
La singularidad que todos poseemos, se conjuga a través de la interioridad vivencial y de la intencionalidad expuesta, a través de la voluntad, modulando y modelando un hálito reintegrador de pulsos y mente, de forma activa, para la reconstrucción de nuevas rutas. Nada permanece, todo está sometido al avance social, lo que requiere de cierta audacia para llegar a buen puerto. Todo esto nos exige transitar en comunión, con innovación imborrable y con una mirada atenta; ya que puede abarcar, desde la expresión artística hasta la resolución de problemas en un contexto socioeconómico.
Tengamos en cuenta, que el don pasivo no es humano, no debe serlo jamás; puesto que vivir por sí mismo, es una transformación inherente a cada época, que debe convertirse en una oportunidad para renovar y repensar sobre el propio horizonte actual. Recomponer el contexto sociocultural reinante y proyectarlo hacia el futuro, a partir de la sencillez, es lo que en realidad nos abre a la diversidad y reconduce a la unidad. Al fin y al cabo, la creatividad es lo que hace germinar la conexión del soplo armónico con ese mundo discordante, que nos está ensuciando nuestros interiores existenciales.
El que no concibe e imagina, tampoco vive. Precisamente, hoy en día, las industrias creativas se hallan entre los sectores más dinámicos de la economía mundial y brindan nuevas oportunidades para que los países en desarrollo salten a las áreas emergentes de alto crecimiento de la economía mundial, sin obviar esa dimensión estética necesaria, donde se conjugue la ética con el aire embellecedor donante-coparticipe, atmósfera que debe trascender la realidad material y humanizar el mundo que nos rodea, ya que el ser humano es su sujeto y su fin. Naturalmente, los nuevos descubrimientos, nos demandan un clima de cooperación donante para hermanarse y hermanarnos a la vida.
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