Hace un tiempo que los denominados “partidos del sistema” se parecen todos. Fueron borrados los tiempos aquellos en los que el doctor José Francisco Peña Gomez se “jactaba” de tener su partido afiliado a la Internacional Socialista y a la Social Democracia.
En esa misma etapa el Social Cristianismo tenia sustentación en muchos países. El marxismo todavía atraía a miles de jóvenes que idealizábamos con luchar junto a la clase obrera para alcanzar el poder y desde allí establecer un gobierno que garantizaría una mejor distribución de la riqueza.
Se luchaba y abogaba por un régimen con menos pobres, mejor sistema de salud, educación y por un apoyo permanente a los laboriosos hombres del campo. Quedó atrás el tiempo en donde los partidos tenían escuelas de formación. Se preparaban cuadros para orientar, formar y educar a los militantes. La gran mayoría se inscribía en un partido por convicción.
Eran frecuentes las tertulias en los patios de las escuelas, los parques, las esquinas del barrio, los clubes culturales. Cada uno defendía un ideal. Se debatía con decencia y respeto. Claro, siempre algunos se desviaba de los conceptos generales. Lo cierto es que en aquel momento no se diferenciaban partidos por ideología, apenas el color de su bandera.
Aunque en los estatutos de las agrupaciones se plasman letras sobre una SUPUESTA corriente ideológica, estas son solo PALABRAS DE RELLENO, carentes de sentido, respeto y sustentación.
Es por eso que, sin importar el color partidario, la DECENCIA política se ha perdido. Impera el IDEAL del dinero y como aval CLAVE estar en el poder.
No se si se han percatado, pero el liderazgo político está echando por la borda las estructuras partidarias y, con ellas, enviando a una oscura fosa el SISTEMA DEMOCRATICO que dicen defender.
Aunque nadie aprende en CABEZA AJENA, ojalá estemos a tiempo y los “líderes” políticos locales busquen la raíz de lo que ha llevado a países hermanos a vivir hoy bajo el control de gobiernos surgidos por la ambición del viejo liderazgo.