Pensando
El ron, néctar del bolero y la bohemia
La bohemia y el bolero se complementan con un producto que nuestro país produce como néctar, no solo de recaudación fiscal, sino de desinhibición sentimental, que se disfruta siempre cuando las transaminasas hepáticas lo permiten, el Ron. Era justo que dedicáramos este espacio al exquisito Ron con sus inseparables acompañantes como la bohemia, alimentada por el bolero de origen europeo de influencias musicales de estilo gitano por la expresión “volero” de volar, que en las danzas gitanas semejan el vuelo de las aves. El bolero se inició en el Siglo XIX con una compañía de bailes españoles llevada a Cuba, fusionándose con los ritmos africanos y el acompañamiento clásico de guitarras, bongós, congas o tumbadoras y maracas como percusión. La bohemia por igual aparece por primera vez en el Siglo XIX en la obra del romántico Henri Murger, “Escenas de la Vida Bohemia”, base para el libreto de la Opera “La Boheme”, de Giacomo Puccini, aludiendo a la cultura de los gitanos llamados “Bohemios” por haber llegado de la región de Bohemia de la República Checa. Dentro de mis amigos hay bohemios auténticos que cuando disfrutan de un ron, se sienten motivados entonando canciones y declamando poesías. Queremos cerrar con una expresión de nuestro insigne poeta Héctor J. Díaz: “tanto calor que hace en esta sepultura y yo en mi existencia derroché tanto hielo, solo seré en la tierra el recuerdo de un hombre que quiso en su existencia, acabar con el ron”. El Ron, néctar de identidad nacional.