EL BULEVAR DE LA VIDA

El sabio señala una estrella

Es un viejo lamento. Retranca de un país que a pesar de su milagro turístico y su crecimiento sigue aplazado en aspectos tan fundamentales como la institucionalidad. Hablo de la incapacidad de nuestros gobiernos para cumplir y hacer cumplir las leyes que nos rigen.

Podríamos comenzar por el que ha convertido al Poder Municipal en un ineficiente instrumento dependiente financieramente de los aportes del Poder Ejecutivo, a partir del NO cumplimiento la ley que ordena la entrega del 10% del Presupuesto a las alcaldías, con bemoles. Precisamente, en la entrega o no de ese porcentaje ha estado el gancho, la vaina, pues, en los hechos, la gestión de un ayuntamiento depende en gran medida de las relaciones del alcalde con el Presidente de la República.

En la aplicación de esta estrategia no hay inocentes, pues desde Balaguer, (el gran artífice de tantas perversiones en nuestra pervertida cultura política) todos los gobiernos se han sumado a la práctica. Y hay más. La Ley de Partidos manda entregar a las organizaciones el 0.5% del Presupuesto en los años electorales, lo que tampoco se ha cumplido en 20 años. Otra ley, la 194-04, manda que el Presupuesto del Poder Judicial (Suprema Corte de Justicia) y del Ministerio Público (Procuraduría General de la República), sea “por lo menos un cuatro punto diez por ciento (4.10%) de los ingresos internos, incluyendo los ingresos adicionales y los recargos establecidos en el Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos”.

Los ejemplos abundan, pero el asunto es más grave: Por alguna razón, nuestros gobiernos no cumplen esas y otras leyes, ni utilizan su poder congresual para modificarlas, ajustándolas a nuestra realidad. El PLD no lo hizo en sus años de gloria congresual casi absoluta a partir de 2006, ni lo ha hecho el PRM ahora en su parnaso legislativo que podría aumentar en las próximas elecciones.

El PRM y su líder, Luis Abinader, que todo indica -y cada vez más, según renuncias y abandonos- que continuará en la Presidencia de República, deben aprovechar la oportunidad que el Soberano parece que les va a otorgar y ponerse manos a la obra. Como en el cuento… “organicémonos, organicémonos”.

Los dominicanos no podemos continuar actuando como el borracho que, enterado por su médico de que el alcohol afectaba el trabajo… dejó el trabajo.

Si el sabio nos señala una estrella, no miremos el dedo.

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