¡Algún día nos encontraremos!
El bebé de Juana Inés Guerrero, conocida como Jesusita, murió un 15 de abril en la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia por falta de oxígeno en una de las incubadoras.
Aunque la muerte ocurrió hace varios años, nuestra protagonista conserva el luto en su corazón. Por eso, desde que inicia cada mes de abril, Jesusita siempre enciende un veloncito blanco para que acompañe el alma pura de su hijito.
Jesusita, que trabaja como niñera en una casa de familia, no pudo tener hijos luego de esa tragedia. “La tristeza le secó el vientre”, dice su abuela a todo aquel que le pregunte lo ocurrido con Jesusita.
En efecto, mis negritos, tras la muerte de su pequeñito, Jesusita no fue la misma. Como si el alma se le saliera del cuerpo y la alegría la abandonase. Aunque dentro de sí conservó un profundo amor que también pasó a cada niño que cuidó.
Pablito, Noel, Fernandito, Luis Eduardo, Abraham, en todos los niños veía a su hijo. Pensaba cómo estaría si tuviera tal o cuál edad. En cuáles serían sus comidas favoritas. Las materias que le gustarían si estuviera en la escuela. En si le hubiese gustado la mecánica como su papá, aquel hombre que luego del fallecimiento del niño también se fue a los pocos meses dejándola sola con su dolor.
Todavía esta mujer recuerda el olor de la habitación en que se encontraba cuando los doctores le dieron la noticia de la muerte de su niño. Al que no pudo poner un nombre porque primero quería verlo para saber si tenía cara de Alejandro José o Esteban José. Por el que pidió tanto a Papá Dios cuando su médico le dijo que tenía pocos chances de quedar embarazada.
Pero la vida sigue. Y con ella el dolor de Jesusita.
“Algún día nos encontraremos”, susurra Jesusita ante un veloncito blanco con el corazón desbordado de tristeza.