Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Señores de la ONU: la isla Gonave es un paraíso que espera por los refugiados de Haití

Aunque por razones obvias y en ejercicio de autoprotección territorial ante la avalancha inmigratoria haitiana el gobierno dominicano desestimó acoger a los desplazados y refugiados que la violencia imperante en Haití empuja hacia el territorio oriental de la Isla, los ciudadanos de esa nación tienen derecho a vivir en su país, prosperando, trabajando, amándose y soñando en él. Y las organizaciones, naciones e iniciativas internacionales: el deber moral de propiciarlo; sin lanzar el fardo a otros estados que, como la República Dominicana, aún careciendo de condiciones para sufrir tal oleada, la han sufrido y padecen, sin haber dejado de apoyar, en mucho más de lo que le es posible, a ese país y a sus gobiernos.

Pero nadie está obligado a lo imposible y menos al suicidio, en este caso nacional.

La inmigración haitiana es una amenaza y espada de Damocles sobre la identidad y soberanía nacionales que nadie puede subestimar.

Ante tal realidad, el deber de todos —naciones, entidades, gobiernos y organismos amigos— es, sin embargo, pensar y decidir con seriedad dónde podrían guarecer a esas personas acosadas por el infortunio y perseguidas por las desgracias que los procuradores de poder económico y político enquistados en su país les han causado durante su historia y hoy continúan ocasionándoles.

Haití es un tema que denuncia si existe o no humanidad en los Estados y organismos internacionales del mundo; qué tanto de cierto hay en la cháchara sobre la ayuda internacional y la solidaridad.

Con tal objetivo ingreso al Internet y recorro virtualmente la geografía insular hasta llegar a Haití. Me percato de que el Estado haitiano es propietario de varias islas, entre ellas una grande: Gonave.

Deseando saber más, consulto a Wikipedia, portal que, de sopetón, advierte: la isla haitiana Gonave —o de la Guanábana— no debe ser confundida con la ciudad Gonaïves: una comuna norteña de ese país, capital del departamento Artibonito, cuya población se contaba —en las estadísticas del año 2003— en 300 mil habitantes.

Se pretende que Gonaïves fue fundada cerca de 1442 por un grupo taíno que la denominó “Gonaibo” y que formaba parte del Cacicazgo de Jaragua. Desde la modernidad, ocupa un lugar destacado en la Historia del Caribe porque en ella y en 1804 Jean-Jecques Dessalines firmó la ley que declaró la independencia haitiana y, con ella, la abolición de la esclavitud en el Continente. Esta, Puerto Príncipe —capital haitiana— y las ciudades Saint Marc, Léonae Miragoâne y Jérémie recorren la costa occidental de Haití, bordeando las aguas de uno de los golfos más grandes del Mar Caribe, gozando de un amplio acceso marítimo al denominado “Golfo de Gonâve”.

En medio de ese golfo se ubica la isla Gonave, con 773 km cuadrados. Es básicamente estéril y montañosa. La rodean, sin embargo, las aguas del Mar Caribe y está mágicamente ubicada en medio del golfo, franqueando el acceso hacia Puerto Príncipe, a Saint-Marc y a las ciudades norteñas del extremo sur occidental de ese país.

Es un lugar donde lo paradisíaco y lo estéril compiten y parecen convivir de forma abrupta. Quizás en medio de esa armonía de los contrarios una esperanza pueda hacerse realidad allí. Las fotos satelitales permiten apreciar que es una isla maravillosa, bordeada por aguas poco profundas y turquesas, con un ecosistema marítimo de arrecifes de coral que la hace un atractivo turístico. Sus ciudades principales, distritos o comunas, son Anse-a-Galets (en creole Ansagalèt) y Pinte-á-Raquette. Su población aproximada: 80 mil personas, su terreno, igualmente, está entre las antípodas de lo calizo y lo vegetal.

Sus fuentes acuíferas incluyen manantiales y arroyos que, aunque pequeños, fluyen desde sus montañas al mar, según Copilot, de Microsoft. También pozos de agua dulce y acuíferos costeros. Recordemos que en el Golfo de Gonâve desembocan importantes ríos, incluyendo el magnífico Arbitonito, dulcificando las aguas salobres del mar.

Una búsqueda en Google entrega, en 0.38 segundos, 248 mil contenidos respecto a los restaurantes ubicados allí. Estos ofrecen “Pikapoyo”, comida internacional, “taina” y mariscos a la forma local. Algunos de ellos están abiertos 24 horas al día, según Google Map.

Esta isla aloja, pues, restaurantes, iglesias, estaciones de radio, gasolineras, supermercados y también más de veinte centros asistenciales en salud. Es lugar de residencia de haitianos rurales. Las vistas de los terrenos muestran que partes de la isla están cubiertas de vegetación o piedra y caliche.

Y alrededor de ella, un bello y virginal mar. Una isla completa para playas.

Desde al menos el 2010 el ejército estadounidense ha enviado ayudas a los pobladores de la isla Gonave. Alamy.com presenta imágenes de suboficiales de segunda clase de “La Marina” norteamericana (Armada de los Estados Unidos) reparando techos de zinc a casas averiadas de lugareños; otras sobre sus aterrizajes desde helicópteros, vacunación a infantes y la laboriosidad de haitianos constructores de moradas propias o ajenas. También sobre la vida de la gente que habita los espacios rurales y los suburbios. La esperanza durmiente en el rostro de una recién nacida; la costa solitaria donde algunos pescadores dejaron sus yolas después de una noche de desafíos en el mar; la pareja de esposos cuidando su rebaño de chivos; chivos gozosos y extrañamente gordos —quizás preñez— sobre la seca tierra de caliche y pedregales; la hacendosa que —como aquí— instala y atiende su puesto móvil de venta de zapatos, ropa y cachivaches… La gran mansión de alguien que existe allí…

Parece que en Gonave la población es joven pues no aparecen viejos en las fotos aunque sí gente viviendo en los ranchos donde la memoria ancestral parece haber petrificado entre sus bejucos y ramas. La esperanza allí son las escuelas, el comercio, la construcción, el turismo, la salud… La sonrisa de la hospitalidad. Las Ongs, organismos, Estados internacionales y una selectiva inmigración afroamericana allí podrían hacer en esta isla un milagro caribeño y humano, creando oportunidad de amor, paz y libertad.

En Gonave, por su distancia del territorio insular, la civilidad y el Estado haitianos podrían renacer, desde el espíritu del gobierno propio de Dessalines.

Claro, sin pretender que su libertad esclavice a otros ni despojando a los vecinos.

En fin, la isla Gonaves es un excelente lugar, por formidable y maravilloso, a donde la ONU, las ONGs y misiones internacionales de paz y asistencia humanitaria deberían trasladar, acoger, educar, sanar, alimentar y proteger a los refugiados haitianos que huyen despavoridas de la violencia desatada por las bandas en ese, su país. Un espacio digno de ser desarrollado. Un paraíso desde el cual la paz puede resurgir.

De hecho, para elcaribe.org, la isla Gonave es “un tesoro escondido en el Caribe haitiano”.

Sí. Los haitianos merecen una estadía perfecta allí en lo suyo y entre los suyos, en esa bella isla de su país.

Tags relacionados