Una traición casi completa
El engaño es una de las principales tácticas utilizadas en la guerra para derrotar al enemigo. Lo triste es cuando el enemigo se sitúa en posiciones de poder y desde allí actúa, contra los intereses sagrados de la nación. En esa situación, jugamos contra nosotros mismos.
La traición a la patria no es nada nuevo en la República Dominicana, en los albores de nuestra historia republicana, se sucedieron eventos incluso menos dolorosos que los que soterradamente se urden en el mismo corazón del poder político nacional.
En aquellas oportunidades se trataba del nacimiento de una nación y de las dudas que se tenían, para poder hacer sostenible una nueva nacionalidad. El protectorado, el ser colonia de alguna potencia extranjera abiertamente, existía como moda desde la época colonial, y no era extraño intentar volver a los mismos procesos colonizadores.
Seguramente en aquellos esfuerzos por volver a ser colonia y que luego trajeron como consecuencia los tratados de Basilea y de Aranjuez, la sesión de la península de samaná, la anexión a España, y algunos otros procesos que fueron definiendo el camino republicano no solo de la nación dominicana, sino también de la soberanía nacional, esos esfuerzos traían consigo los despropósitos propios del beneficio personal y del sacrificio de la colectividad.
Judas, vende patria, traidor, bandido, ladrón, cuatrero, mercenario, muchos son los calificativos que se le han adjudicado a personajes tipo que al perecer tienen a Pedro Santana como su héroe caudillo.
Esto a pesar de la innegable heroica participación de Santana en las guerras patrias, siendo su espada victoriosa vital, para las grandes batallas, muy a pesar de la brutal traición y posterior asesinatos a próceres verdaderos de la patria.
Sin embargo, en aquellos tiempos de tanta confusión e intereses encontrados, cobraba aun más sentido que ahora, cualquier intentona golpista.
De hecho en nuestra historia nacional y los procesos subsiguientes en múltiples ocasiones fueron derrocados presidentes de la república. Hasta que finalmente luego de la tiranía del generalísimo y benefactor sátrapa, cariñosamente apodado como el chivo o chapita, comenzó a verse en el país un asomo, a las pretensiones democráticas aún no logradas, no sin antes pasar por la revolución de abril, donde nueva vez la cabeza de medusa, intentaba sabotear el derecho constitucional ejercido por el pueblo, en las elecciones donde Juan Boch resultó presidente electo.
Intentar gobernar haciendo tal vez lo correcto, no dio resultados, y las avispas volvieron a sitiar la mente de los déspotas y cuatreros de la vida nacional, y solo se tranquilizó luego de una masacre, una intervención y posterior reparto del botín de guerra, que al parecer era el móvil fundamental de todo el dilema.
Los regímenes se sucedieron luego del consejo de estado y del retorno a la presidencia del cortesano y denominado déspota ilustrado nacional Joaquín Balaguer, y a pesar de la intentona de la guardia colorada, al concluir el horror de los funestos 12 años, se sucedieron traspasos de mando y nuevos ocupantes de la silla de alfileres, siempre con enormes procesos de corrupción y abusos de poder en sus gestiones. Y en 46 años de historia nacional, 8 presidentes de la república, tres con sucesivas reelecciones se terciaron la ñoña y el resto con fallidos intentos reeleccionistas. El paradigma compartido era claro: todos les cogieron cariño al carguito y todos salieron a amarrar su chiva.
En todo este proceso histórico, surgieron en el país diversas corrientes de pensamiento político que fomentaron la formación de nuevos movimientos y partidos, tanto de izquierda, como de centro y de derecha. La mayoría de ellos han servido solamente, para lograr algún escaño alguna vez en las cámaras legislativas, casi nunca algún senador, lograr casi siempre algún regidor y servir de mancuernas en las sucesivas alianzas políticas con fines electorales, a las que todos, indistintamente se avocan, ante la farsa que ha demostrado ser el sistema de partido negociado en el país.
Los lemas y slogan de los distintos partidos políticos maravillosos casi todos. La operatividad nula, el espíritu de mancuerna y de rémoras del presupuesto nacional, evidente, vital y perpetuado, por un sistema de partidos que promueve esta falsedad, a expensas del verdadero interés democrático y nacional.
Entre todos hemos convertido en un negocio este denominado sistema de partidos y el congreso nacional, en una verdadera cueva de ladrones. Perdón por usar la frase del Maestro.
En toda esta caminata, siempre ha estado presente la crisis haitiana, y la amenaza siempre latente y vigente, de una invasión pacífica que jamás se ha detenido.
Junto al mismo proceso de destrucción y relajamiento institucional que ha vivido el país, gracias a las traiciones vitales a las leyes y al erario por parte de funcionarios corruptos del ayer, de hoy y de siempre, y contando con una base jurídica siempre permeable, por las decisiones capciosas, bajaderos y los tecnicismos legales que lo permiten, se ha desarrollado un sistema mafioso que permea casi todas las instituciones del estado, y prácticamente el crimen desde la cosa pública se ha convertido en una norma.
La cultura política se modificó y traicionar los ideales de la institucionalidad primero y luego por dinero, la misma traición a la patria se ha convertido en un negocio rentable. Siembre ha estado pendiente y en el ADN de impostores de la cosa pública esta traición fatal, con salas amuebladas con intereses inenarrables, pero que le patrocinan soterradamente.
Pero ya la traición luce completarse, el círculo se cierra, precisamente con una crisis creada en Haití, magnificada hasta el extremo por los enemigos de la nación dominicana: locales y foráneos.
Pero refugiados en una comunidad internacional, que de alguna manera bate las manos, mientras la miseria arropa al pueblo haitiano, y la amenaza se vuelve cada vez más contundente para el pueblo dominicano.
Nadie puede descartar que desde la misma silla de alfileres, no se cuente con el interés verdadero, para defender con el corazón en la mano, la soberanía y la independencia nacional.
Quedándose todo en retorica, luciendo contradictorios, los enunciados populistas y los discursos reeleccionistas, mientras como padres descuidados, arriesgamos con grandes peligros la vida de la nación.
El respeto hipócrita a una institucionalidad decadente, paraliza a los que supuestamente se venden como líderes de turno.
Y los que han puesto el corazón como verdaderos patriotas en sus discursos, y activismos sociales, son minimizados, caricaturizados. Mientras la opinión pública y los medios se nutren, de los que mediatizan sus aspiraciones con la abundancia mal habida y persiguiendo consolidar y completar la traición definitiva de la patria.
Seguir el juego político, montarse en el mismo tren de la falsa democracia, solo para llegar al poder y beneficiarnos personalmente, no tiene sentido alguno en función del sano interés nacional.
Lograr una curul y luego tener que decir tranquilamente con el buche lleno y ropa de marca, soy una golondrina sola, una golondrina no hace verano. Es la muestra más letal, de la burla efectiva del primer poder del estado, al corazón de la república.
La traición se completa, mientras los intentos de satrapía persisten, con una ley del Calié que no interesa ser modificada. Al menos, hasta que no se tenga claro el panorama electoral y tal vez ni se toque junto a la estrategia nacional de desarrollo y los escondites de las ODS en los debates presidenciales.
La traición a la patria, no solo se da en la frontera y con la invasión indetenible ahora de refugiados, con un campo ya construido o iniciado con tiempo, por la misma dirección de migración, disfrazado con intenciones inconfesables.
Otra burla de una gestión, que se ha convertido en un verdadero anatema nacional.
La traición a la patria también se da cada día, cuando vemos a ex funcionarios señalados abiertamente por corrupción, aun disfrutando de las mieles del poder y haciendo sin sonrojarse campaña política y hasta aspirando a alguna curul, para así completar el ciclo de traición personal, al lograr inmunidad parlamentaria.
Es el ejemplo dado y el acatado por las nuevas generaciones del humor, la sátira y la burla política al pueblo dominicano.
Pero la traición no se queda ahí, mientras continuamos en posición genoflexa y no nos atrevemos a decir Go Home ONU, y despedimos una serie de entidades con edificios grandiosos en el país, pero de origen foráneo, incluyendo la misma ONU, PNUD, ACNUR, BM, FMI, seguimos de rodillas ante sus exigencias y a cambio de ello, pretendemos gobernar o seguir gobernando la nación.
La traición es permanente, se ha completado y al parecer, junto a la muerte de los sueños, los ideales y el espíritu verdadero de lucha, florece un internacionalismo de un partido, que se ha constituido en la antítesis de la dominicanidad y la familia y en una brutal traición a la nación dominicana.
Una traición casi completa: es un anatema, una verdadera vergüenza nacional.