AGENDA SOCIAL

Más allá de una transferencia

Hay innumerables mitos y concepciones erróneas sobre los programas de Transferencias Monetarias Condicionadas, comenzando porque algunos creen que no son más que una suma económica que los Gobiernos transfieren a las personas de escasos recursos para mantenerlos como dependientes eternos del Estado. El resultado puede ser ese, pero solo cuando se aborda de manera errónea la protección social, cuando se hace en base a la ciencia y el conocimiento, el resultado es distinto. Hoy en día, la protección social es un concepto que se ha apropiado de las políticas públicas en todos los países porque ha demostrado ser el camino correcto para enfrentar la pobreza, sobre todo, la pobreza multidimensional. Evidencias hay por todas partes. Hace apenas unos meses, el Banco Mundial publicó un análisis de una serie de 23 estudios que brindan evidencia sobre el efecto multiplicador de las transferencias condicionadas para la economía. Aunque el análisis concluye con una recomendación para que los mecanismos de estudio sean estandarizados, para que puedan ser comparables, en todos se presentan evidencias del efecto de los programas de transferencia monetaria condicionada en la economía.

Otros estudios analizan el efecto intergeneracional de las transferencias monetarias condicionadas, la inclusión financiera y el impacto en el presupuesto familiar, la protección a trabajadores informales, la participación de los beneficiarios de programas de protección social en la economía, la capacitación, la seguridad alimentaria, la salud y muchos otros factores en los que inciden las transferencias monetarias condicionadas. Pero para que esto funcione, el Estado debe ir más allá de las transferencias y comprender la política social como un espacio de fortalecimiento de las capacidades de los ciudadanos para que estén mejor preparados para el momento en el que las condiciones externas les son favorables. Reducir las políticas de protección social a un monto a transferirse cada mes, es pensar que los pobres solo son pobres porque no tienen dinero en el bolsillo, cuando la evidencia científica demuestra que no es un asunto monetario exclusivamente. Es el enfoque que ha defendido Abhijit Banerjee, premio Nobel de Economía, que ha dedicado más de veinte años al estudio de la pobreza, junto a Esther Duflo y Michael Kremer, tomando el modelo de investigación que utiliza la industria farmacéutica, las pruebas controladas aleatorizadas, para comparar el impacto de las políticas públicas de combate a la pobreza en los grupos poblacionales. Ese enfoque que en su momento aplicamos con el apoyo de J-Pal, busca combatir el “prejuicio extendido y de larga tradición” sobre los pobres en países en desarrollo. Como dice Banerjee, “para una persona desesperadamente pobre, conseguir algo de comer es muy relevante, pero cuando no se es tan pobre, hay otras cosas importantes que no se resuelven solo con una transferencia de dinero porque una parte importante del malestar es que tu vida ha perdido sentido”. Las políticas de protección social también deben servir para dar sentido a la vida de los más encarecidos.

En fin, las TMC son un instrumento de salida de la pobreza monetaria y multidimensional, como lo demostramos en los cuatrienios 2012- 2020, pero también pueden ser un anzuelo diabólico para aquellos pescadores de necesidades en el mar de la pobreza. Quien no tiene dignidad, no puede reconocer, ni mucho menos, respetar la dignidad del otro.