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¿Es el perfeccionismo una quimera?

“La búsqueda del perfeccionismo es el enemigo de la creatividad”.

John Updike.

La búsqueda de la excelencia siempre ha sido un anhelo del ser humano en cualquiera que sea el radio de acción de su interés. Es ese deseo de hacer las cosas para obtener óptimos resultados.

Sin embargo, muchos van más allá del trayecto hacia la excelencia y aspiran el logro de la perfección como una meta para su realización personal, imponiéndose un desafío de mejora continua para alcanzar su máximo potencial.

La misma perfección es un concepto subjetivo, ya que lo que puede ser considerado como algo perfecto en un momento o contexto, puede ser imperfecto en otro. La perfección es en sí misma es una meta móvil y difícil de definir con precisión, sobre todo en un mundo donde los parámetros y estándares de lo perfecto también manejan múltiples variables.

Si bien en su esencia, la búsqueda de la perfección podría ser vista como un motor generador de comportamientos impulsores del progreso y la ansiada excelencia, no es menos cierto que puede conducir a la trampa de la insatisfacción y el sufrimiento.

Bajo el prisma de la perfección, podríamos decir que no hay ser humano perfecto, lo que lleva a pensar que poseemos contradicciones con relación a nuestra propia naturaleza. Somos seres únicos y precisamente es ahí que radica la singularidad de cada individuo, ofreciéndonos la posibilidad de abrazar nuestra humanidad a través de percibir la belleza en nuestras imperfecciones.

La cuestionante sería entonces, ¿Cómo podemos reconciliar esta paradoja entre la búsqueda de la perfección y la aceptación de nuestro propio imperfeccionismo? Mucho análisis trae parálisis, reza un dicho. Esta frase nos advierte que la búsqueda de lo perfecto puede convertirse en un mecanismo de procrastinación y de insatisfacción crónica. ¡Cuántas personas se paralizan de realizar planes y sueños, solo esperando que llegue el momento preciso en que todo, absolutamente todo, esté en el orden divino!

Las personas demasiado perfeccionistas analizan en exceso cada detalle antes de dar curso a la acción, lo que las lleva a postergar sus planes, o no concluirlos, en un esfuerzo interminable por mejorar lo que inician y evitar las críticas negativas.

Consecuentemente, esta tendencia a la comparación con estándares extremadamente altos o imposibles de cumplir, puede inhibir a los perfeccionistas de disfrutar y valorar lo que tienen y aceptar sus propios errores y limitaciones.

En conclusión, el sentido de la perfección mal manejado, se convierte en la persecución de una quimera. Sin flexibilidad, la perfección se hace enemiga de la creatividad, se aparta de la excelencia y se convierte en obstáculo para la productividad y el disfrute de la vida.

La autora es Entrenadora Internacional en PNL

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