EN ESPECIAL
Aristide y Guy Philippe en crisis Haití
Un aparente paso adelante y tres hacia atrás. Sacan del juego Ariel Henry, varado en Puerto Rico (¿preso de confianza de los norteamericanos?), después de un “inocente” viaje a Kenia para destrabar legalmente el acuerdo de envío de refuerzos a la policía haitiana, y Caricom y Estados Unidos paren una fórmula para otras provisionalidades que actores fundamentales rechazan. Y se recrudece la violencia.
Henry, que no manda ni a sus guardaespaldas, dice que él es la “autoridad” hasta que se conforme el “Consejo Presidencial Provisional”, aunque hay un primer ministro “interino”, incapaz de posibilitar el regreso de aquel. Ningún funcionario es legal ni legítimo en Haití.
El Frankenstein, trata de integrar siete grupos que representarían sectores políticos, sociales y empresariales, algunos con enconadas confrontaciones, que actores ignorados cuestionan su representatividad. Además, el esfuerzo se empantana porque sectores internos que disputan poder entienden que históricamente las fórmulas cocinadas en el exterior han generado perjuicios para los haitianos. Estiman que Caricom es el brazo colonialista europeo en aguas caribeñas y que los estadounidenses nunca han entendido la realidad de su pueblo.
Cuando se le señala la incapacidad en decenios de entendimientos internos estabilizadores, responden con la famosa consigna de Obama: “sí, se puede”.
El desafío fundamental es la violencia que ha provocado la muerte de más de cinco mil personas en los últimos 15 meses, con bandas armadas que controlarían el 80 por ciento del territorio y que en un desafío extremo atacaron los aeropuertos imposibilitando sus operaciones y saquearon y quemaron el jueves último la residencia del jefe de la policía haitiana. La respuesta policial a este mensaje provocó sangrientos enfrentamientos viernes y sábado con los violentos que encabeza Jimmy (Barbecue) Chérizier, en su base de operación en Puerto Príncipe.
¿Quiénes enviaron el mensaje de que ni el jefe policial está seguro en Haití, mientras se espera la integración del consejo, designará a un primer ministro y al gabinete, para que entonces Kenia decida enviar a sus militares (insuficientes), que han estado esperando un dinero que no aparece, pese a las repetidas promesas de los “donantes”?
El neurocirujano ausente y el economista presentes, ambos sin mando, son caricaturas, mientras Haití se desangra y huyen los representantes diplomáticos y de organismos internacionales.
El histórico déficit democrático en Haití dificulta la cacareada y “fácil” receta de consenso para apaciguar el país y lograr un clima adecuado para elegir nuevas autoridades mediante voto directo de los ciudadanos. ¡Y sean felices!
Entonces, parecería que ONU, Caricom y Estados Unidos y compartes tendrán que negociar con sectores internos con capacidad de imponer orden, aunque desagraden a los interventores. Dosis de realidad, suele decir un amigo.
En la ecuación entrarían personajes como el expresidente Jean-Bertrand Aristide y Guy Philippe, que no se gustan y que se enfrentaron hace 20 años cuando el segundo participó en el golpe de estado contra el exsacerdote. Ambos, protegidos y denunciados por los norteamericanos en momentos políticos distintos.
Aristide, líder indiscutido de Lavalás, ladino, “ciego, sordo y mudo” públicamente desde su regreso, cuentan que tiene importante incidencia en la vida haitiana y le atribuyen prácticas desestabilizadoras. Lavalás figura entre los 7 propuestos y, alegadamente, tiene vasos comunicantes con otros grupos, lo que ampliaría su incidencia.
Guy, con recobrado apoyo de civiles, militares y policías y reposicionado en la volátil situación haitiana, ha criticado a los norteamericanos luego de su regreso, tras cumplir condena por lavado de activos proveniente del narcotráfico en USA. Lo dejaron fuera del consejo, aunque se comentó tras su liberación que los norteamericanos lo habrían enviado a Haití como su hombre de confianza.
En algunos días se sabrá…
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