enfoque
Religiosos y culpa
La definición que encontramos de religioso es “perteneciente o relativa a la religión”, pero resulta insatisfactoria para el propósito de esta publicación. Así que compartiremos con usted la definición aportada por quien esto escribe: “Religioso es una persona seguidora de los asuntos divinos, pero con una fuerte dosis de fanatismo, obsesión e ideas deliroides” (es cuando una idea sobrevalorada se hace impermeable –irrebatible- a la argumentación lógica).
Es necesario aclarar que no todos los creyentes son religiosos fanáticos y deliroides, pero aquellos con esas características suelen ser los que ocasionan más “ruidos” por sus acciones nocivas. Veamos dos ejemplos.
1: En Kenia el año pasado se encontraron 89 cadáveres de religiosos pertenecientes a la secta “Good News International Church”, a quienes su líder Paul Mackensie los indujo a morir de hambre, asegurándoles que de esa manera llegarían al cielo. Eso ocurrió en el bosque de Shakanola, en Kenia, África, pero ese pastor, religioso y psicópata, no murió.
Sin embargo, ese no es el mayor suicidio colectivo conocido. El mayor ocurrió en 1978, cuando al menos 900 personas ingirieron Cianuro en Jonestown, Guyana (en realidad eran norteamericanos que llegaron a ese lugar desde California) liderados por Jim Jones. Pero ese suicidio colectivo no fue exactamente religioso, debido a que las ideas de Jones eran básicamente marxistas, y además padecía de delirio paranoide de persecución, consistente en creer que el FBI y la CIA tenían un complot para destruir lo que él llamaba “su paraíso”, denominado “Templo del pueblo”.
2-La secta denominada “Puerta del cielo”. Fue fundada a inicios de los 70, en California, por Marshall Aplewhite y su esposa Bonnie Netles, una enfermera a la que había conocido cuando estuvo recluido en un centro psiquiátrico. La doctrina del grupo era una mezcla de los contenidos del antiguo testamento, creencia en Ovnis y ciencia ficción. Y logró convencer a sus seguidores de que consumieran un puré de manzanas que contenía una gran cantidad de barbitúricos y al cual añadieron también vodka. Y él les aseguró que así ellos pasarían a un nivel evolutivo por encima del humano. Y el 26 de marzo de 1997 la policía encontró 39 cadáveres, incluyendo el de Aplewhite.
Es probable que usted piense que eso de ser fanático religioso solo ocurre en personas con un bajo nivel de instrucción académica. Sin embargo, le diremos que está equivocado. Por ejemplo, tenemos el caso del famosísimo Isaac Newton, quien nació 25 de diciembre 1642 en Inglaterra y murió en 1727. Se destacó como astrónomo, físico y matemático. Describió la ley de gravitación universal e hizo muchísimos aportes científicos. Y lo traemos a este tema debido a que paralelamente a su brillante carrera científica, también fue un religioso deliroide empecinado en la inútil meta de encontrar por medio de sus conocimientos matemáticos y de la Biblia la fecha apocalíptica de nuestro mundo. Y por medio de tortuosos vericuetos matemáticos, y estudiando básicamente el capítulo 12 del libro de Daniel, llegó a la conclusión de que esa fatídica fecha era 2060.
Anteriormente expresamos que esa era una meta inútil por varios motivos. Primero, encontrar esa fecha no traería ningún beneficio para la humanidad y, segundo, ese tiempo extenso que dedicó Newton a esa actividad pueril, pudo haberlo utilizado en hacer aportes científicos que fuesen verdaderamente útiles. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su libro “Genealogía de la moral”, nos dice: “Desde luego para practicar de este modo la lectura como arte, se necesita ante todo una cosa, que es precisamente la más olvidada, y por ello ha de pasar largo tiempo hasta que mis escritos resulten “legibles”, una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y en todo caso, no "el hombre moderno: El Rumiar”.
Rumiar es masticar de nuevo, volviendo a la boca los alimentos que ya estuvieron en el estómago. Las vacas rumian sus alimentos. Ojalá hiciésemos caso al ateo Nietzsche y practicásemos la lectura como arte rumiando, o sea, leyendo varias veces todo lo que sea de verdadero interés, hasta dominar por completo, aquello que estamos estudiando. Si el gran Isaac Newton hubiese estudiado la Biblia rumiando, entonces habría encontrado con suma facilidad que nuestro maestro Jesucristo, con relación a ese tema que era deliroide para el matemático, dijo: “Pero de aquel día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32). Creemos que ha quedado claro que esa búsqueda febril y deliroide de Newton fue completamente inútil e insana.
En cuanto a la culpa, esta es responsable de diferentes cuadros afectivos como por ejemplo: Depresión reactiva (por una causa conocida), Depresión existencial (por heridas en el alma), cuadros paranoides (convicción de que le critican a sus espaldas, que se burlan, que le persiguen con intención de hacerle daño), Inhibición del triunfo (incapacidad de triunfar teniendo todas las condiciones para lograrlo).
Podemos sentirnos culpables sin haber hecho nada, sencillamente por haber recibido de los padres o profesores -no maestros- mensajes negativos, por sentir que no llenamos las expectativas de uno de los progenitores, como lo expresa el gran escritor Franz Kafka en su libro “Carta al padre”. Y en su libro titulado “El proceso”, nos habla también de la culpa.
En el caso de David (personaje bíblico), éste se sintió claramente culpable de haber ocasionado de manera indirecta la muerte de 85 sacerdotes, cuando era perseguido por el rey Saúl con el claro propósito de matarle. Y David prácticamente engañó al jefe de los sacerdotes, Ahimelec, y este le dio alimentos y una espada. Y esa información llegó al rey Saúl, quien ordenó la masacre. Y David, al enterarse de lo sucedido, dijo “Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre”. (1 Samuel 22:22). En este caso el sentimiento de culpa de David es consciente. En otras ocasiones, queda oculto en el inconsciente y desde allí se encarga de amargarnos nuestra vida cotidiana.
Dentro de estos actos culpables que pueden quedar ocultos, están por ejemplo los de militares y policías-, quienes solo piensan que están cumpliendo con su deber, aunque los actos cometidos sean sumamente despreciables. Así por ejemplo, el gran poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973), lleno de indignación escribió, en febrero de 1966, su cántico “Versainograma a Santo Domingo”, con el claro propósito de condenar la abusiva y criminal intervención armada de Estados Unidos en el país, en 1965, alegando motivos baladíes, que en realidad trataban de ocultar el motivo principal, que era la impopular guerra de Vietnam. Entonces, decidieron usar el mecanismo de la compensación psicológica, haciendo una intervención en la cual creían que triunfarían rápidamente, y para esa misión designaron al laureado general Palmer, pero se llevaron tremenda sorpresa, porque cuando los días 15 y 16 de junio 1965, lanzaron un ataque que creían que sería avasallador, encontraron una férrea resistencia, en especial del comando constitucionalista de Santa Bárbara, compuesto principalmente por ex militares de nuestras Fuerzas Armadas, y por la valiente participación de homosexuales que nunca retrocedieron, y con su ejemplo, aunque se daba la orden de retirada, los demás tampoco abandonaron sus puestos, aunque muchos murieron, incluido un tío-hermano de quien esto escribe, quien fue honrado con una calle con su nombre. Pero los homosexuales, nunca han sido reconocidos.
Del canto poético de Neruda es sublime esta pequeña muestra: "Enarbolando a Cristo con su cruz, los garrotazos fueron argumentos, tan poderosos que los indios vivos, se convirtieron en cristianos muertos". Esos versos de Neruda, podrían parecer grotescos, extravagantes y ofensivos para religiosos fanáticos y deliroides. Sin embargo, es lo que ya hemos visto, como religiosos convierten a algunas personas sencillas en cristianos muertos. En otras ocasiones la muerte no la ocasionan a garrotazos, balazos, o inducidos a beber un veneno, sino que muchos religiosos usan lo que se conoce como “Sadismo benévolo” (palabras dulces y seductoras) para convertir a alguien, y luego que lo logran, a partir de ahí les hacen tener sentimientos de culpa, les imponen miles de prohibiciones, y en lugar de hablarles de un Dios de amor, los aterrorizan hablándoles de un Dios castigador, que les hace sentirse infelices y abrumados.
Para quienes al leer lo anterior sientan deseos de "rasgar sus vestiduras", les diré que no son mis palabras, sino que es Jesucristo quien dice eso. Mateo 23:1-5, 15, dice: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, y observen todo lo que ellos les digan, pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.
Procuremos ser personas auténticas, no religiosos fanáticos y deliroides, cargados y cargando a otros de culpas, consciente e inconscientemente.
El autor es general psiquiatra (retirado) del Ejército