Cuando sentimos sed, necesitamos agua o algo para beber.

A medida que la vida avanza y los años pasan, la sed aumenta y la necesidad de agua se hace más apremiante.

Pero hablemos no solo de la sed física, la que afecta al cuerpo, sino también de otra sed, a la que el mismo Jesús se refería: la sed de agua viva.

¿Cuántas personas tienen sed del agua viva de Dios?

En esta Cuaresma, y siempre, vayamos al encuentro de Jesús, el agua viva. Pues solo Él puede saciar nuestra sed de paz y de felicidad.

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

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