Haití enfrenta hoy una crisis sin precedentes como Estado-nación, tras siglos de políticas y ocupaciones extranjeras que han devastado su economía, desmantelado el Estado social, y marginando al pueblo de la construcción de su propia historia.

Pareciera que las potencias imperiales y las clases dirigentes en el país vecino no le perdonan al pueblo haitiano la hazaña de sus ancestros, quienes protagonizaron hace doscientos años la primera independencia como nación del subcontinente latinoamericano, y la primera en el mundo llevada a cabo por esclavos.

El pueblo haitiano y sus sectores más progresistas (su diáspora, sus intelectuales, educadores y artistas) anhelan un cambio democrático que emane de sus propias aspiraciones. La fraternidad entre Haití y la República Dominicana es crucial en este momento tan difícil. La historia de lucha conjunta por la libertad en la Restauración y en abril de 1965, son ejemplos vivos de esa posibilidad hoy.

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