FIGURAS DE ESTE MUNDO
Jesús y la mujer
Jesús no escogió a una esposa, pero fue amado por las mujeres como ninguno lo ha sido jamás. Ellas lo seguían, le presentaban a sus niños, le tocaban sus vestidos para que las sanara de sus enfermedades, se gozaban en servirle, lo bendecían a gritos, como esa, que una vez levantó la voz y le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron”. Las mujeres amaban a Jesús y él correspondía con piedad este amor. La mujer que se aproximaba a él era despedida agradecida y feliz. El llanto de la viuda de Naín le hace derramar lágrimas al punto de que resucita a su hijo muerto; los ruegos de la extranjera, cananea, lo conmueven de tal modo que le cura a la hija; la encorvada, por dieciocho años, es sanada el sábado, aunque los jefes de la sinagoga dijeran que es un sacrilegio. En los inicios de su ministerio, libera de la fiebre a la suegra de Pedro, y de los malos espíritus a Magdalena; resucita a la hija de Jairo y sana a la desconocida que sufría de flujo de sangre.