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Satrapía: ¿Una Trama Constitucional?

El refrán dominicano que dice: para que la cruz vaya a mi casa, que vaya a la ajena, parece que puede tener muchas aplicaciones dependiendo del contexto y el escenario donde se aplique.

En el terreno político, que es el terreno del poder, al parecer tiene una magistral aplicación, pues como dice también otro refrán conocido en ese mismo ambiente: una cosa es con guitarra y otra con violín.

Cabe destacar que la capacidad y el peligro de los tránsfugas pueden poner en riesgo la nación, con esto de los intentos de Satrapía, pues lo que supuestamente pudo haber sido un “secreto de estado” en el vinculo de un comité político partidario y sus estrategias de permanencia o perpetuidad en el poder, se van a la parcela de enfrente, por el transfuguismo, por las conveniencias del corto plazo y el oportunismo.

Los mismos criterios de continuidad del estado, al producirse un traspaso de mando, también se lleva entre las uñas personajes con conocimiento de causa, que luego aportan las informaciones convenientes, para mudar las aspiraciones que estuvieron en una parcela hacia la otra de enfrente.

Caemos sin proponérnoslo en el mismo lugar de origen de las leyes, que luego por ser una ley, se pretende imponer a la nación su cumplimiento, estando la población ajena a las verdaderas pretensiones del contenido de la misma. Pero como la ley es ley, hay que hacerlas cumplir. Leyes evacuadas con una representatividad cero, pero que casi siempre castigan al pueblo dominicano.

Pero cuando las pretensiones de perpetuidad se nos escapan de las manos y somos sustituidos por un nuevo gobierno, se nos olvida que lo que construimos para nuestros fines, ahora pasan a ser propiedad de los nuevos inquilinos de palacio, que si no son tontos, entonces aplicarían en nuestro contexto algunos refranes que comentábamos al inicio: el de la guitarra y el violín, pero sobre todo el de la cruz hacia la casa ajena.

Otro refrán que refuerza este tema y sobre todo por la animosidad que siempre tienen los que ostentan el poder y no desean jamás soltarlo ahí surge la otra perla popular: nadie afila cuchillo para su garganta y para completar con la frase lapidaria, ¡ahora me toca a mí!

Si estuviéramos en el ambiente de la pelota y en el valle de la muerte, sobre todo en años anteriores se podía escuchar al narrador aguilucho decir: recojan que ganaron las águilas. ¡Lástima que ya eso sea parte de la historia!

Pero quedándonos en el terreno de la política invernal, digo infernal más bien, hay otro refrán que tiene gran significado: una cosa piensa el burro y otra el que lo va montando.

Por eso nos preguntamos: ¿Qué habrán pensado los constitucionalistas que modificaron la ultima vez la constitución dominicana?

Porque esa constitución del 2010 ya contiene la figura del referendo, pero no el verdadero, sino a nivel de consultar si acaso, al pueblo dominicano.

Pero también la ley del DNI o la figura del DNI, también se refleja en la constitución dominicana vigente. Aunque se incluyó el tema de la reelección solo para un segundo periodo y tal vez debería sustituirse por un periodo presidencial más largo y jamás reelección en ningún cargo electivo.

Pero esa es nuestra constitución y es una pregunta que nos hacemos, ¿tendrá un sentido de Satrapía al mantener tanto poder alrededor de la figura presidencial?

De ser así, habría que preguntarle al burro, pues nadie sabe lo que piensa el que lo va montando. Y en dado caso de que las intenciones estén ahí o las posibilidades dejen una puerta abierta para ello, la pregunta que nos hacemos es: Satrapía: ¿Una Trama Constitucional?.

Pero estos cuestionamientos vienen al notar que los honorables del Senado de la República tenían conocimiento previo que la ley del DNI recientemente promulgada, la ley 1-24, chocaba con la constitución de la República Dominicana vigente.

Y aun así se notó la defensa que el poder ejecutivo hizo de la misma ley, indicando a través del Consultor Jurídico, que la modificarían solo si se demostraba que la misma chocaba con preceptos constitucionales.

Se formó una comisión, y jamás se supo a que conclusiones llegaron o que recomendaron.

Ahora luego de la rendición de cuentas, un intento de asalto emocional fallido del Senado de la República, informó que ese senado “incluyente y transparente”, someterá de nuevo los proyectos para modificar o derogar esa infamante ley de la Satrapía Moderna. Casi una nueva marca país, digna de un reconocimiento Guinness.

Si estas expresiones del Consultor Jurídico fueron serías y no fueron dichas para seguir tapando las metidas de pata del ejecutivo, cosa que no sabemos, habría que volver a preguntar esta vez al que monta el burro, pues el burro que soy yo, no entiende un carajo de lo que está pasando con este tema.

Pero como todo cuadra y todo es un ciclo, lo mismo que ahora nos puede perjudicar, al chivo dar un brinco a la parcela de enfrente, nos puede perjudicar mañana, cuando este amigo sin ley, decida regresar ante un nuevo cambio de gobierno.

Es que los hábitos están ahí, y el oportunismo en nuestra política es un mal aupado por los mismos líderes políticos, que aplauden cuando hacen que un dirigente de otro partido acepte su oferta y diga a la prensa que renunció para irse a apoyar a otro presidenciable.

Es una demostración más, de la farsa que es el sistema de partidos, no hay ideologías, no hay ideales, no hay siguiera un sueño compartido para una mejor nación. Si un sueño no contado abiertamente: el de llegar para estar en la papa y para hacer cumplir los refranes: para que la cruz vaya a mi casa, que vaya a la ajena y ahora me toca a mí.

El interés mesiánico, con o sin liderazgo verdadero y efectivo, es lo que sobresale en los presidenciables del país. La búsqueda de principalía en todos los terrenos por parte de quien se reelige y la venta de una potencial actividad presidencial como una única salida hacia el progreso por la oposición.

Parecería que en el fondo todos entienden ser hombre orquesta y tal vez sea una competencia justa, para poder comparar y decir, yo lo hago mejor que tu.

Pero si en la práctica es así, no podemos tener instituciones fuertes, (como tal no tenemos), pues al final del camino todos los que usan la silla de alfileres, son fieles imitadores de Luis XIV y repiten cada vez la frase: L’État, c’est moi (El Estado Soy).

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