Ebullición
Como era de esperarse y cual guión macabro, la situación en Haití ha ido de mal en peor. El asalto a dos cárceles por parte de las bandas criminales que controlan más del 80 por ciento de su territorio y la fuga de más de tres mil reclusos, en su mayoría peligrosos criminales, hace más urgente la esperada intervención internacional.
Una acción multilateral que pese a los reclamos, advertencias y diligencias de República Dominicana, la principal afectada del clima de terror e inseguridad que allí sucede, ha sido irresponsablemente postergada por quienes están llamados a buscarle solución.
Con un presidente asesinado, unas autoridades ilegítimas, sin un ejército y con la policía en desventaja –numérica y armamentística- frente a antisociales que matan, roban, violan y asaltan, Haití, ingobernable y peligroso, hace ebullición ante la inercia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Ayer, el presidente Luis Abinader, cuya decisión de construir la verja perimetral fronteriza y avituallar militarmente la zona, toma más importancia, convocó al Consejo de Seguridad Nacional para dar seguimiento a la situación.
En lo que al país respecta, el escenario debe de ser de apoyo y de unidad monolítica al gobierno en las posturas y acciones que tenga que tomar (internas y externas) porque, aunque estamos inmersos en un proceso electoral donde dizque todo se vale, la crisis haitiana tiene que ser dejada fuera del debate político.
En estos momentos lo que debe primar es el interés colectivo, sobretodo ante un panorama internacional de agendas ocultas, muecas y falsedades, sin nada claro y donde los únicos aliados verdaderos que tiene el país somos nosotros mismos.