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El tiroteo de Kansas City, otra tragedia del exceso de armas en USA
El tiroteo que el pasado 14 de febrero enlutó la celebración del Super Bowl en la ciudad norteamericana de Kansas City, fue en ese momento el tiroteo masivo número 48 registrado en Estados Unidos en lo que va de año, un promedio de uno al día aproximadamente.
En el devastador incidente, que tuvo lugar mientras una multitud que rondaba el millón de personas se reunía en la ciudad del estado de Missouri para celebrar la victoria del equipo de los Chiefs de Kansas City en el Super Bowl, murió Lisa López-Galván, DJ de la estación de radio KKFI 90.1 FM, al ser alcanzada por un disparo. Lisa era una líder comunitaria, una profesional que muchas veces trabajaba voluntariamente como DJ en eventos de la comunidad, y “una madre muy amorosa, atenta y devota”, dijo su hermano, Beto López, a la cadena CNN.
En el tiroteo, al parecer provocado por una disputa entre jóvenes de menos de 20 años de edad, hubo también 22 heridos de bala.
Fue un trágico final para una celebración en la que los triunfadores atletas de la NFL desfilaron en autobuses de dos pisos por el centro de Kansas City, rodeados por una muchedumbre que los vitoreaba alegremente. El júbilo se transformó de repente en horror cuando unos adolescentes decidieron hacer uso de sus armas de fuego.
En el tiroteo de Kansas City, al menos la mitad de las víctimas son menores de 16 años, señaló Stacey Graves, jefa de la policía de la ciudad.
Desde el año 2020, la violencia con armas de fuego es la causa número uno de la muerte de niños y adolescentes en el país, por encima de los accidentes automovilísticos.
Hay que repetirlo una y otra vez hasta que los políticos decidan por fin tomar medidas salvadoras: la proliferación de las armas en Estados Unidos, la gran facilidad de adquirirlas, es una de las principales causas del elevado índice de violencia en la nación, el más alto entre todos los países desarrollados. Estados Unidos tiene 22 veces más homicidios con armas de fuego que la Unión Europea. La cifra es reveladora, pero la mayoría de los políticos, hasta ahora, siguen haciéndole reverencias a la poderosa Asociación Nacional del Rifle, el brazo propagandístico de los fabricantes y vendedores de armas, que ejerce una enorme influencia en el poder legislativo.
Un estado norteamericano, Hawái, dio a principios de febrero un paso histórico contra la posesión de armas de fuego, cuando el Tribunal Supremo de ese estado insular en el Pacífico falló contra un individuo que portaba una pistola en un lugar público, sin tener la autorización requerida. Al comentar su fallo, la alta corte de Hawái declaró que la Segunda Enmienda de la Constitución nacional es obsoleta. Esta enmienda, ratificada a fines de 1791, estableció el derecho del pueblo a tener y portar armas, pero vinculándolo a una milicia bien regulada. El texto, en efecto, dice: “Por ser necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien regulada, no se restringirá el derecho del pueblo a poseer y portar armas”.
El Tribunal Supremo de Hawái marcó una pauta. Aceptar que la Segunda Enmienda es una medida anticuada, concebída para las circunstancias de hace dos siglos, y que ahora tiene secuelas perniciosas, e implementar un control estricto a la venta y posesión de armas de fuego, son pasos que se deben dar urgentemente en Estados Unidos para evitar la pavorosa frecuencia de tragedias como la que estremeció el desfile y la celebración del Super Bowl en Kansas City.