SIN PAÑOS TIBIOS

Otro febrero más

“Febrero es un mes pequeño en el que, sin embargo, cabe la Patria”, al decir del poeta Enriquillo Sánchez. Hoy el país cumple 180 años de fundado, y –todavía–, continuamos haciéndonos las mismas preguntas, tratando de encontrar respuestas a las mismas dudas que acogotan nuestra nacionalidad desde la fundación de la república.

A medida que la historiografía desentraña momentos olvidados –o convenientemente ocultados–, la figura de Duarte se levanta procérica e impoluta, porque, independientemente de las conveniencias de haber ajustado su vida y obra al relato de una clase dominante que pudo haber hecho más para mejorar las condiciones del pueblo, su figura resiste cualquier filtro o examen. Y es que, más allá de que la estructura de los medios de producción determinan las condiciones sociales; y estas a su vez se reflejan en los sucesos históricos, no menos cierto es que en el caso dominicano, la clara visión de Duarte y su agudo sentido político, le indicó –sin dudas ni titubeos– hacia dónde debíamos marchar. Duarte fue el único que nunca dudó, que siempre creyó, que nunca claudicó –ni se rajó–, y así, hoy arribamos a otro aniversario más de esa patria que le traicionó, que lo exilió, que le dio la espalda, y que, sin embargo, nunca dejó de ser la razón de toda su existencia.

Hoy el presidente cumplirá ante el congreso con la obligación que tiene de rendir cuentas de las ejecutorias del año anterior. En un país presidencialista y con un congreso que rehúye su rol fiscalizador, eso siempre pasará sin pena ni gloria, dependiendo la composición política de ambas cámaras, la cual –por suerte para nuestra democracia– es cambiante. En un país clientelar, y a 84 días de elecciones presidenciales, esta rendición de cuentas servirá para enumerar los grandes desafíos de toda su administración y hacer el recuento de las ejecutorias principales de 2023, pero también constituirá el escenario óptimo en donde Luis Abinader comunicará los elementos esenciales de su relato reeleccionista y establecerá las razones que justifican ante el pueblo la necesidad de su continuidad.

Otros antes que él han estado ahí en circunstancias similares, y los argumentos siempre han sido los mismos; desde que el poder es una droga peligrosa, hasta que cuatro años son insuficientes para completar una obra de gobierno… y ambos llevan razón.

El discurso tendrá una parte numérica, descriptiva y secuencial; fuera quedarán muchas cosas, y dentro habrán otras que sobrarán; pero, su segunda parte –el persuasivo– será el más importante, porque indicará a propios y extraños la línea narrativa de aquí a mayo.

Mientras nos devanamos los sesos pensando en qué dirá o qué no; o porqué esto y no aquello; los grandes pendientes continúan acumulándose: la deuda histórica social sigue impagada; empujamos +50,000 dominicanos al año hacia el exilio económico; 35% de los partos son de nacionales haitianas y asistimos –impávidos– a un proceso de sustitución de población que amenaza el sueño de Duarte; el inconcluso, el que comenzó en febrero de 1844 y por el que aún, en la vigilia, continuamos luchando. 

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