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Abinader, ganador de las elecciones del domingo

El indiscutible ganador de las elecciones del pasado domingo fue el presidente Abinader, por encima de la realidad de que se compraron votos en algunas partes del país y se cometieron diversas irregularidades como en elecciones anteriores, cuyos resultados fueron reconocidos por todos.

Abinader se impuso y logró que ganaran muchos alcaldes y directores de distritos municipales porque su trabajo en cuanto al desarrollo del país y los números del desempeño económico del gobierno marcaron un antes y un después, tomando en cuenta que recibió el gobierno en medio de una pandemia. Otra cosa fue que los líderes de los partidos de la oposición no hicieron su trabajo, no presentaron propuestas que pudieran derrotar los programas vigentes del régimen, ni indujeron con convicción para que los electores acudieran a las urnas y llevaran sus candidatos al triunfo.

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Los alegatos de la oposición pudieran ser comprensibles en cierto sentido. El achacar como hizo el ex presidente Leonel Fernández únicamente a la abstención y a alegadas malas mañas del régimen no concitarán el respaldo de los electores convocados para el 19 de mayo a elegir presidente y vice.

El prometer que inscribirían 2 millones de firmas, presumiblemente la misma cantidad de posibles sufragantes en las elecciones, llevar ese supuesto a las vallas anunciadoras por las carreteras del país y las avenidas de Santo Domingo, fue algo que no se pensó y que los asesores no estimaron bien.

Los electores verán con cuidado el discurso pronunciado por el doctor Fernández el jueves por la noche, tras cuatro días de silencio luego de que en las elecciones municipales pasadas su partido, Fuerza del Pueblo, quedara en un tercer lugar. Él prometió que estaba cabeza con cabeza con el partido oficial.

En el programa televisivo que moderan los comunicadores Ramón Núñez Ramírez y Jacqueline Morel, el ex presidente trató de convencer a los televidentes y al país de que una encuesta había asustado al gobierno de Abinader porque colocaba su candidatura en empate técnico.

El triunfalismo había sido contagioso mucho antes. Llegó a suscitar opiniones extrañas hasta en comunicadores sociales muy experimentados que han vivido el historial de las lidias electorales. Los más ingenuos quizás pensaron que el doctor Fernández no mentiría o que eran ciertos los datos que tenía.

Los resultados el mismo domingo por la noche dejaron perplejos a muchos que solo atinaron a echar manos al alegato de que se había producido una abstención generalizada que algunos situaron en el 70% del electorado, cuando la Junta Central Electoral, JCE, habló de poco más del 40%.

“Ni celebro triunfo Ni lloro derrotas”

Así respondió el actual gobernante y candidato a la reelección en una reunión de dirigentes partidarios y alcaldes y directores municipales electos, en lo que se dijo que sería un acto de acción de gracias secular. Más bien, la consigna, una especie de “catilinaria” dirigida a los derrotados.

En varios análisis que escribí durante la campaña anticipé la victoria del oficialismo, no solamente por la obra de gobierno de Abinader, sino porque el doctor Fernández tenía una tasa de rechazo que no ha podido ser superada a través de los años, tras su último gobierno.

La gente votaría, se apuntó, por su conveniencia. Por qué iban los electores a votar por la alianza opositora si el régimen de Abinader propició los aumentos de salarios para médicos, maestros y pensionados civiles y militares, invirtió dinero en la agricultura y mantuvo el empleo en la burocracia del estado. Todos los que fueron tocados por esas decisiones oficiales por qué iban a cambiar a lo que sería un salto al vacío, quizás en esencia, un trastorno del estado dominicano con todas sus consecuencias, como sería la pérdida de sus empleos y los beneficios que ha ofrecido el presente régimen.

En la encuesta presentada por el diario Hoy el miércoles pasado, se preguntó a los electores “por quiénes votará en las próximas elecciones”. Por Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, votaría el 6.06%; por Leonel, el 10.01% y por Abinader, el 74.20%.

La realidad es que el presidente Abinader ha estado en ascenso y ha dominado el “momentum” de la política desde mediados del año pasado. No en balde casi todas las encuestas vaticinaron que ganaría las elecciones presidenciales en primera o en segunda vuelta.

Si Abinader ayudó a ganar a casi todos los candidatos a las alcaldías, sería razonable pretender que los candidatos electos devuelvan esa gratitud apoyando con firmeza al presidente, sobre todo porque para las elecciones del 19 de mayo estarán en pleno ejercicio de su poder municipal.

Como dije con anterioridad, sería muy difícil que los apostadores de Londres pudieran poner su dinero en una campaña en la cual el puntero de la misma tendría todas las posibilidades de ganar y sus adversarios muy pocas. Los opositores de Abinader dijeron “febrero determina mayo”. Ahí está.

Leonel hasta agosto

En su discurso sobre las elecciones pasadas, el ex presidente Fernández no dejó dudas a sus compatriotas y a los que se consideran oráculos de la política que seguirá como candidato de su partido, y quizás del frente opositor. Su prioridad no es otra que estar al frente no importa si en el tercer lugar.

Su análisis del comportamiento de los electores que no otro, deja marcada la abstención como el pecado capital de las elecciones pasadas, y como razón fundamental del triunfo oficialista y la derrota de su partido. Para los partidarios ilusos que le ofrecían una salida honrosa cediendo el paso, el político cazurro le dio una respuesta.

La tasa de rechazo de los electores nunca ha pasado por la mente del político ahora marcado por las derrotas. Tampoco el haber sujetado a la camarilla militar de su era que trató de escandalizar al país con el supuesto de que le habían quitado sus escoltas de manera maliciosa por pertenecer al leonelismo.

Los críticos del doctor Fernández le recordarían que las elecciones de 1978 en las que compitieron el gobernante doctor Balaguer y el hacendado Antonio Guzmán, del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, fueron cruciales, pero el país desplazó al gobernante reeleccionista, aunque luego se produjo el llamado “fallo histórico”, que le dio mayoría senatorial al PRSC.

Ahora, a tres meses de las elecciones presidenciales y de Congreso, el doctor Fernández tendrá que empujar suavemente a su hijo Omar para que pueda competir y derrotar al doctor Guillermo Moreno, abogado de experiencia y de buen linaje familiar. Es seguro que Abinader volverá a las calles del Distrito Nacional para hacer que su candidato gane.

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