PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Paulo VI, y otra de arena
Paulo VI también alertaba sobre algunos peligros de la lucha por el bien de las mayorías. En primer lugar,” reducir [la] misión [de la Iglesia] a las dimensiones de un proyecto puramente temporal”. Segundo, reducir “la salvación… a un bienestar material”, descuidando la dimensión espiritual y religiosa. Cuando esto pasa, tercera advertencia, “su mensaje de liberación no tendría ninguna originalidad y se prestaría a ser acaparado y manipulado por los sistemas ideológicos y los partidos políticos” Habría perdido la “autoridad para anunciar, de parte de Dios, la liberación”. Paulo VI recordaba “la finalidad específicamente religiosa de la evangelización” (EN 32).
El Papa precisaba: “la evangelización… no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios”. (EN 33)
Jamás la Iglesia aceptará limitar “su misión al solo terreno religioso, desinteresándose de los problemas temporales del hombre”. La contribución de la Iglesia a la liberación siempre implicará el anuncio de “la salvación en Jesucristo” (EN 34).
No basta “crear el bienestar y el desarrollo para que llegue el reino de Dios.” (EN 35) Solo en el amor se realiza la justicia.
Es “importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona, menos opresivas y avasalladoras, pero es consciente de que aun las mejores estructuras, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas si no hay una conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen” (EN 36)
Paulo VI repetía un tema tratado en Colombia “Les exhortamos…a no poner vuestra confianza en la violencia ni en la revolución”; esta actitud es contraria al espíritu cristiano e incluso puede retardar, en vez de favorecer, la elevación social a la que legítimamente aspiráis". Y añadía: "… los cambios bruscos o violentos de las estructuras serán engañosos, ineficaces en sí mismos y ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo" (EN 37).
Paulo VI identificaba la ruta estrecha de la verdadera evangelización que cruza, de un lado, entre la roca del desinterés por lo humano y del otro, el arrecife de los reduccionismos. ¿Lograría entrar a puerto sin encontronazos la Compañía de Jesús?