QUO VADIS

El duelo

A finales del siglo XX, aunque usted no lo crea, en República Dominicana el entonces presidente de la Republica retó a un duelo mortal a un famoso empresario.

El 29 de enero de 1995 era domingo y como de costumbre, luego de salir de la misa dominical, fui a ver a Rafael Bello Andino, entonces secretario de Estado de la Presidencia.

Cuando llego a su despacho estaba solo acompañado por Flavia, su eterno secretario, lo veo preocupado y me dice: “Miguelito, léete esa carta”.

Cuando leo la misiva esta me impresionó mucho y mi respuesta fue: “Secretario, déjese de estar haciendo esas bromas, va y se escapa esa carta y sale en la prensa, tremendo problema”.

Me miró seriamente y me dijo: “Miguelito, esa carta es cierta, está firmada por el presidente y a mí fue que me la dictó”. Yo no salía del asombro y solo comentaba: “No, no. Esto no puede ser”.

La carta de marras, de la cual conservo una fotocopia, se trataba de un duelo a muerte que se realizaría el 27 de febrero, día que los presidentes leen sus memorias ante el Congreso Nacional, pero ese encuentro mortal sería a las 6:00 de la tarde en el mismo hemiciclo con la persona que él señalaría en su alocución en la mañana del mismo día, como la beneficiaria de la corrupción al importar mercancías sin el pago de impuestos.

Cuando le digo al secretario que eso no se podía enviar a nadie, me contestó: “ya Pérez Bello salió para la oficina de Mario Álvarez Dugan (Cuchito), director del periódico Hoy, para entregársela en sus manos”. La intención era que se publicara al otro día: lunes 30 de enero.

Yo insistía que eso era imposible y temía las consecuencias de esa acción. Le decía al secretario: “Se van a complicar las cosas”. Pero en su veteranía Bello solo expresaba: “Vamos a ver qué pasa”. Y efectivamente no pasó nada.

Pero como revela el amigo general José Miguel Soto Jiménez, en ese momento jefe de Operaciones de las Fuerzas Armadas, en su reciente obra “El doctor”: “esta grave situación, era la posibilidad del colapso de una gobernabilidad…estaba el peligro inminente de que esta situación podría propiciar, en vez de la transición constitucional formalmente contemplada, al declarar al Doctor interdicto, un estado de excepción impulsado por sectores apandillados, hasta del mismo gobierno”.

El secretario de las Fuerzas Armadas era el Almirante Iván Vargas Céspedes, quien estaba emparentado a Bello Andino, un hombre de gran fidelidad al jefe de Estado, quien ordenó que impidieran la publicación de la carta.

Pero ya Cuchito Álvarez Dugan había tomado la decisión en consenso con los demás directores de diarios nacionales de que esa carta no se publicaría, por lo que todos ignoraron la comunicación.

Entonces al llegar el lunes todo siguió su agitado curso sin nadie referirse a la carta. El duelo quedó diluido y nunca jamás se mencionó.