PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

¿Qué cambió en la Compañía con la Congregación General 32?

 Según Mikel Viana los decretos de la CG 32 marcaron a los jesuitas del mundo entero. Ahora se trataba de “construir la justicia en nombre de la fe”, un esfuerzo comprendido en relación intrínseca con la evangelización, según lo habían expresado los Obispos en el Sínodo de 1974.

Para el Padre Arrupe, la CG 32 había sido “el momento más importante de su generalato”. Según Viana, la Congregación General 32 innovó en cuatro direcciones.

Primero, reformuló “la identidad del jesuita” así: el servicio de la fe y la promoción de la justicia “que la misma fe exige”. Los jesuitas, no solo se alineaban junto a tanta gente de buena voluntad en la lucha por la justicia y los derechos de las mayorías pobres, sino que esta posición se convertía en “una dimensión transversal de todos los apostolados de la Orden.” El tema respondía a una preocupación enfatizada en la preparación de la CG 32.

Segundo, se asumió la inculturación con el instrumento “de la evangelización de las culturas”. Se rechazaba por tanto el colonialismo cultural. No se asumía la inculturación por estrategia o eficacia, sino por tomar en serio la Encarnación del Hijo de Dios “que se despojó de su dignidad divina para hacerse un servidor” (Filipenses 2, 5-11).

Tercero, la Compañía emplearía este criterio para evaluar la calidad de la vida religiosa del jesuita: cuánto estaba integrada su vida espiritual, su “experiencia personal de Dios”, su amistad cercana con Jesús con el dinamismo apostólico y la vida comunitaria. Estos aspectos vitales debían de compenetrarse, pues en modo alguno eran opuestos.

Finalmente, se recuperaba el discernimiento para buscar “permanentemente la voluntad de Dios” sobre la vida y gobierno de la Compañía.

Entre las recomendaciones de Paulo VI (3 diciembre, 1974) estaba el discernimiento. El Papa aconsejaba el discernimiento para que los jesuitas siempre supieran “leer con claridad meridiana y coherente entre las exigencias del mundo y las del Evangelio…” “…El esfuerzo que debía guiar el discernimiento jesuita era “el ser el de hacerse dóciles a la voz del Espíritu para producir el fruto del Espíritu, que es «caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22).” (Ver, “Pedro Arrupe, El sentido de un centenario”, Revista Internacional de Estudios Vascos 53, 1, 2008, 277-303).

La próxima congregación sería problemática.

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