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Esclerosis múltiple: médicos alemanes someten a revisión ensayo sobre nueva terapia

Partiendo de los avances en su campo de estudio, los especialistas en Esclerosis Múltiples están de acuerdo en que las precisiones ocurridas en su arsenal terminológico les permite diferenciar con mayor precisión los factores patogénicos implicados en el desarrollo de este padecimiento y, en consecuencia, abordarlos con mayor seguridad para articular enriquecidos enfoques terapéuticos.

Entre sus postulados actuales resaltan que la inflamación y la neurodegeneración ocurren en todas las etapas de este padecimiento, de manera que la profusa afectación del Sistema Nervioso Central (SNC) es la base de su progresión, independientemente de recaídas, factor que vinculan a la “mayor exposición de las neuronas a factores perjudiciales” que identifican como la mayor vulnerabilidad al implicar la “pérdida permanente de barreras protectoras y de mecanismos amortiguadores”. Tal situación promueve —según explican— la degradación neural en la Esclerosis Múltiple (EM), un proceso al que también contribuyen los astrocitos y la mocroglia, propiciando que “la neurodegeneración se perpetúe en sí misma”. Una atrofia funcional hacia la cual estos investigadores proponen orientar baterías terapéuticas articuladas a partir de sus hallazgos y proposiciones.

Como es sabido, los astrocitos son el más numeroso grupo de las células gliales que, según estudios recientes publicados en clinicabarcelona.org, desempeñan un rol “clave en la supervivencia de las neuronas” al ser capaces de liberar proteínas que las favorecen, razón por la cual se estima que también “abren la posibilidad” de utilizarlas “de forma terapéutica contra el alzhéimer”. Las microglías, por su parte, son, según mediplus.com, “un conjunto de células con capacidad fogocitaria que sirven como elementos del sistema inmunitario del cerebro”, de modo que de ellas depende la seguridad de este órgano ante afecciones y bacterias o amenazas de otra naturaleza. Como se puede observar, tipos de conjuntos celulares cuya preservación o restauración funcional óptima deviene cardinal en el logro de la diana terapéutica propuesta por estos investigadores.

Partiendo de tales supuestos orgánicos, los autores de este estudio, sometido a revisión en “Tendencias en Neurociencias” desde el pasado 14 de diciembre y ahora con acceso en línea y abierto, postulan que las terapias de la EM progresiva deberían tener como objetivo “combinar estrategias terapéuticas antiinflamatorias y neuroprotectoras”.

Se trata de los doctores Leila Husseini, Amnatastasia Geladaris y Martín S. Weber de los departamentos de Neurología y del Instituto de Patología, respectivamente, del Centro Médico Universitario de Gottingen, Alemania.

La relevancia de su estudio radica en que la EM “es una de las principales causas de disfuncionalidad” y cuando es permanente se correlaciona con signos de daño neuroaxonal —documentado por estudios— con el empeoramiento progresivo de los déficits neurológicos, incluso cuando no hay recaídas. De tal manera, “el desarrollo de una enfermedad progresiva es una característica importante en la historia natural de la enfermedad”, una condición y situación retadoras, cuya superación los investigadores proponen como meta terapéutica y la asumen como objetivo principal de su ensayo.

Es por lo cual entienden como necesidad urgente la mejora de la comprensión de la patogénesis de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad sin cura actual, una situación de la cual parten con el objetivo de actualizar y enriquecer la imperante falta de tratamientos eficaces para esos cursos progresivos hasta hoy indetenibles del padecimiento.

En el ensayo clínico titulado “Hacia la identificación de mecanismos clave de progresión en la esclerosis múltiple” resumen “cómo el desentrañamiento de diferentes patomecanismos asociados con la progresión de la enfermedad ha fomentado el desarrollo de conceptos patogénicos más precisos y menos estáticos sobre la Esclerosis Múltiple Progresiva, padecimiento caracterizado por “una inflamación multifocal recurrente del SNC que conduce a la formación de lesiones de Esclerosis Múltiple”, cuyas áreas de lesiones “no se limitan” a la sustancia blanca” ya que en sus proximidades (“sustancia blanca periplaca”) se ha identificado signos de degeneración walleriana, indicativa de degeneración neuroaxonal crónica. Recuérdese que la degeneración walleriana es una desmielinización de los axones neuronales distales por un daño proximal de cualquier etiología, detectable mediante procedimientos diagnósticos.

Los autores, ahondando en las causales, postulan una “Mayor exposición de las neuronas a factores perjudiciales”, para establecer que “Las alteraciones fisiopatológicas globales difusas mediadas por fenotipos perjudiciales de las células gliales en la Esclerosis Múltiple progresiva parecen ser la base del daño neuroaxonal continuo asociado con Pira (Progresión Independiente de la Actividad de Recaída) ya que en el SNC de los pacientes con EM progresiva “existe una mayor presencia de agentes potencialmente neurotóxicos que pueden causar daño neuroaxonal a través de diferentes mecanismos de acción, incluido el estrés oxidativo, la excitotoxicidad y la apoptosis”.

Los autores, por tanto, resumen la incidencia de las células gliales activadas, las células inmunitarias en la producción de citoxinas y quimiocinas proinflatorias que modulan la transmisión sináptica, incluyendo cómo el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-ɑ) y la interleucina 1-beta (IL-1β) facilitan la transmisión glutamatérgica y el posterior desarrollo de la excitotoxicidad en la neuroinflación”.

También identifican los factores incidentes en la pérdida permanente de barreras protectoras, los mecanismos de amortiguación y el escenario de mayor vulnerabilidad de las neuronas.

Desde todos enfoques proponen unos objetivos claves para una terapia progresiva enfocada en contrarrestar el rol de los astrocitos y la microlgía como impulsores de la neurodegeneración que se perpetúa a sí misma en la Esclerosis Múltiple.

El ensayo está disponible con acceso abierto en la edición más reciente de la revista “Tendencias en Nurociencias” del grupo editorial médico Cell.

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