FIGURAS DE ESTE MUNDO

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“ El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Dios” (Proverbios 18:22) .

Mark Twain fue uno de los mejores novelistas y humoristas norteamericanos de finales del siglo XIX. Sus clásicos relatos “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Huckleberry Finn” son aceptados generalmente como su más seguro sendero hacia la fama.

Asimismo, su esposa Olivia Langdon (Livy) fue siempre vista como su única vereda hacia el amor. Twain se enamoró de ella instantáneamente al verla en una bien cuidada fotografía familiar. Eso bastó para seguirle el rastro a la doncella hasta casarse con ella a los treinta y cuatro años de edad. Livy era una mujer bella y agradable, y encantó la vida del gran autor. En 1878 Twain publicó su “Tom Sawyer”, un clásico libro de lectura infantil, “afectuosamente dedicado a mi esposa”; a la compañera que, además de darle tres hijas, emprendió la tarea de reformarlo, y cambiar sus malos hábitos: el tabaco, la bebida, el juego y su peculiar afición a las palabras malsonantes. “No solo corrigió mis obras -dijo Twain-, sino que también me corrigió a mí”.

El escritor adoraba realmente a Livy. Estaba convencido de que era la esencia de la perfección femenina, y jamás la criticaba. Nunca reparó en la parcial invalidez de su mujer, producto de una caída sobre la nieve en sus años de juventud. Siempre la mimaba y cuidaba con alegría.

La amó locamente hasta el día en que ella murió en 1904.

La pérdida fue devastadora para Twain; jamás recuperó la felicidad y no quería vivir sin ella en todo el vasto mundo desolado. No en vano dijo Salomón: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Dios”.

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