EL BULEVAR DE LA VIDA

La insoportable impudencia de la partidocracia reinante

Una vista panorámica a los distintos informes de organismos internacionales y de la sociedad civil, permite confirmar sospechas sobre la mala salud de la democracia liberal en todo el mundo.

Así, la OIT-ONU habla en su más reciente informe del “estancamiento de la productividad, y el empeoramiento de las desigualdades y la inflación”. El Foro Económico Global cita como riesgos mundiales “el cambio climático, la desinformación generada por la inteligencia artificial, la polarización social y política, la crisis del costo de la vida y los ataques cibernéticos”, entre otros.

Por su parte, el Banco Mundial destaca como grandes desafíos de la democracia, “la pobreza, la deuda de los países, y las perspectivas económicas mundiales”. El informe de Riesgo Político de América Latina pronostica crisis de gobernabilidad, de expectativas y de certezas “en un contexto de incertidumbre y volatilidad geopolítica y económica”; y si algo faltaba, la OXFAM resume su informe 2024 en un párrafo demoledor: “Desde el 2020, los 5 hombres más ricos del mundo han duplicado su riqueza lo que implica una descomunal concentración de la riqueza, y, con ello, un aumento de la desigualdad”.

Si extrapolásemos esos grises presagios globales a la realidad nacional, podríamos ampararnos en los consejos del taita don Atahualpa Yupanqui: “para contar mi experiencia, yo masco antes de tragar/, ha sido largo el rodar de ande saqué la advertencia”, e intentar cronificar el show de cínico mal gusto que en estos momentos presenta nuestro sistema de partidos políticos (la partidocracia reinante) y sus líderes, en torno a la erráticamente propuesta y torpemente aprobada y promulgada Ley 1-24 que crea la Dirección General de Inteligencia.

El Poder Ejecutivo promulga una ley ruidosa en medio de una bullosa y decepcionante campaña electoral de compra y venta, mientras los partidos de oposición y sus líderes, en un acto de cinismo insuperable, critican y hasta someten recursos de inconstitucionalidad contra la pieza, siendo sus legisladores los responsables, (junto al partido oficial), de convertir el proyecto en Ley.

Nuestra partidocracia reinante se supera a sí mismo en sus esfuerzos por descalificarse ante los electores nacionales. Así, “paso a paso”, como Pavel Núñez, pero en plan bochorno, estamos creando un monstruo electoral, un Rafael Leonidas Duterte Bolsonaro (alias Milei), para luego, quizás en 2028, cuál bíblico Jeremías, llorar como muchachos lo que no pudimos defender como ciudadanos responsables. Quede aquí la advertencia.

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