La fecundidad de un sueño

San Juan Bosco fue portador de un carisma excepcional y dotado de dones extraordinarios de previsión, precognición o premonición. Así lo expresó su primer sucesor, P. Miguel Rua: “Don Bosco estuvo dotado en alto gado del don de la profecía”.

Él, al igual que otros muchos santos de la Iglesia, tuvo una intensa actividad soñadora que se distinguía de cualquier actividad onírica común y corriente. Muchos de sus sueños son difíciles de interpretar desde la psicodinámica consciente o inconsciente.

Algunos sueños se centraban en su vida y en su misión, otros, los acontecidos desde los 16 hasta los 39 años de edad, relativos a su futuro, me detendré en éstos; especialmente el “sueño de los nueve años”; del cual, la Familia Salesiana celebra los 200 años.

Muchos psiquiatras y psicoterapeutas dedicaron tiempo al estudio de los sueños de sus pacientes, nunca lo hicieron con Don Bosco. Realmente es muy difícil interpretar los sueños de este personaje. Unas de las características propias de los sueños es que son: ilógicos, incongruentes o absurdos; en cambio, los de Don Bosco se distinguen siempre por un desarrollo lógico y ordenado; todos presentan una arquitectura racional bien definida; en otras palabras, se caracterizan por la lógica perfecta que revela una masiva intervención consciente, que enmascara los contenidos inconscientes. En otras palabras, sus sueños son muy transparentes y comprensibles. Lo que significa que han sufrido un proceso de transformación en el tiempo.

Otra razón por la que tales sueños son difíciles de interpretar: sabemos que una de las características típicas del tema onírico es la discordancia entre contenidos oníricos y estados emotivos vividos durante su desarrollo, porque la escena soñada tiene un “significado” diverso de la interpretación racional. Por ejemplo, se sueña la muerte de un ser querido y el estado anímico es el de una serena alegría. Sin embargo, en el caso de Don Bosco hay una coherencia; no presentan discordancia entre el estado emotivo del soñador y el contenido del sueño.

No obstante, estas dificultades objetivas, según el psiquiatra Giacomo Dacquino, se pueden indicar algunas hipótesis interpretativas: en el lenguaje manifiesto de los sueños expresó la necesidad profunda de recibir para los jóvenes lo que a él le faltó. Las imágenes estaban tomadas del contexto campesino: viñedo, colina, rebaño, animales varios, buenos o malos. En el sueño de los nueve años, como en el caso de los demás, estuvieron presente: un “padre bueno” y una “madre buena”. Estas dos simbolizaciones parentales le guiaron, le orientaron, le animaron y le ayudaron. Otra posible hipótesis, a partir de sueños sucesivos, Don Bosco, verificó inconscientemente la continuidad de su deseo profundo de ayudar a los que habían recorrido sus mismas etapas de frustración afectiva y todo se hizo consciente en su gran deseo de “salvar sus almas”. Es interesante que Dios y la Virgen nunca son nombrados, sino representados de modo antropomórfico, en un contexto parental proyectivo y garantizador. Sus sueños se convirtieron en fuente de consuelo y de fe en los momentos cruciales de su vida.

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