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Los pasos que Philippe da en Haití plantean mil interrogantes
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La Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas, una unidad que no responde de forma directa a la Policía y que ha manifestado abiertamente su apoyo al exlíder golpista, tiene a varios oficiales en sus filas que lucharon con él en 2004
Todos se están preguntando, dentro y fuera de Haití, si Guy Philippe ha vuelto a las andadas.
La última vez que empuñó un arma tenía 36 años, movilizó a cientos a su favor y casi derroca —porque en realidad fueron los estadounidenses— a un presidente que se creía intocable.
También aprovechó el descontento de la gente para promover su “revolución”, puso en jaque a la comunidad internacional y encabezó a un grupo de caudillos armados tan peligrosos como los de ahora.
¿Alguna razón para preocuparse?
“Philippe viene a jugar un papel negativo en estos momentos; es un paso adelante en todo este caos que ya existe en Haití”, dijo por teléfono a Listín Diario el analista político Camille Chalmers, convencido de que el regreso del exoficial de policía es en realidad una maniobra de EEUU, preocupado por el debilitamiento de Ariel Henry, el primer ministro que gobierna de facto desde hace dos años.
Henry perdió este mes el apoyo de la Reunión de Demócratas Nacional-Progresistas (RDNP), uno de los varios partidos (como Inite, el Haitiano Tèt Kale, Fusion y el Sector Democrático y Popular) aliados al oficialismo, y afronta el plazo de dejar el cargo el próximo 7 de febrero en razón de un pacto suscrito en diciembre de 2022 que él mismo se comprometió a respetar.
El acuerdo —con el que a falta de un mandato legal Henry buscó legitimar su permanencia en el cargo— sólo logró la formación de un Alto Consejo de Transición que debía allanar el camino hacia un traspaso de poder. Nueve meses después de su instalación, la propia presidenta del organismo, Mirlande Manigat, denunció un retraso en el proceso previo a la elección de un presidente este año.
Philippe volvió a Haití el 30 de noviembre de 2023, deportado de EEUU donde cumplió seis años de cárcel por conspiración vinculada al narcotráfico y lavado de dinero. Liberado por la policía, fue recibido al día siguiente como un héroe en su enclave natal en el departamento de Grand’Anse (suroeste), viajó los primeros días de diciembre a la ciudad de Jéremie (oriente), donde sólo hubo una marcha de sus simpatizantes y, a un mes de su llegada, avanzó hacia el este congregando a una multitud en Petit-Goâve, a la que dio su primer discurso.
Luego apareció en Gonaïves (norte), el 1 de enero, el mismo día en que los haitianos celebraban los 220 años de su independencia nacional, y a donde el Primer Ministro no viajó como es costumbre cada año, tras el ataque que sufrió allí en 2023.
“¡Esta revolución será por ustedes; debemos creer en esta revolución: no se podrá hacer sin nosotros!”, arengó Philippe un día después ante cientos de personas en Ouanaminthe, custodiado por agentes muy bien armados de la Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas (BSAP), una unidad policial que para muchos se ha convertido en su guardia personal.
El discurso encendido del exoficial, que en esa localidad del noreste haitiano exigió a Henry que dimita antes de que él mismo lo destituya del cargo, es visto por muchos como algo que debe tomarse en cuenta, más si está interesado en buscar el poder.
“Es posible que sí”, afirmó Chalmers. “Con esa retórica aparentemente nacionalista, con ese respaldo mediático que lo presenta como una alternativa, algo que es totalmente falso, es posible que quiera tomarlo”.
El analista agregó que Philippe, “que ya habla inclusive de declarar una amnistía general para las pandillas”, probablemente buscará formar alianzas para alcanzar sus fines, ya sea con él al frente o apoyando a alguna otra persona.
Robert Fatton, catedrático en la Universidad de Virginia (EEUU) y experto en Haití, le dijo el mes pasado a la Fundación InSight Crime que el interés de Philippe estaría vinculado con la percepción mesiánica que tiene de sí mismo, y que para lograr ese objetivo podría aprovechar sus antiguas conexiones y mitigar el impacto de la violencia de las pandillas por la vía institucional asumiendo el papel de mediador.
Otro especialista en asuntos haitianos, Jake Johnston, del Centro de Investigación Económica y Política con sede Washington, comentó a The New York Times el mismo día de la llegada de Philippe a Haití que, aunque no se sabe qué aspiraciones directas tiene en estos momentos, “dado su historial, sus viejos vínculos y sus ambiciones políticas, puede esperarse que éste tenga cierta influencia en la actual situación política del país”.
Carrera agitada
Guy Philippe nació el 29 de febrero de 1968 en Pestèl, un pequeño pueblo pesquero del suroeste de Haití. Su padre, que fue alcalde de la localidad, se preocupó pronto por su educación matriculándolo con los padres paulinos, primero, en Jérémie, capital del departamento de Grand’Anse, y luego en uno de los más renombrados colegios del país, el San Luis Gonzaga, en Puerto Príncipe, algunos creen que con la ayuda del escritor y amigo cercano Jean-Claude Fignolé.
Entre finales de los ochenta y principios de los noventa, Philippe estuvo un tiempo en Miami. Luego, siguiendo los pasos de sus dos hermanos mayores, estudió un año de medicina en Puebla, México; regresó a Haití para alistarse en las Fuerzas Armadas y finalmente se integró como cadete, a los 25 años, a la Escuela Superior de Policía Gral. Alberto Enríquez Gallo, en Quito, Ecuador, donde estudió entre septiembre de 1992 y agosto de 1995, y se graduó en Preservación del orden público.
Philippe volvió ese mismo año a su país cuando ya el presidente Jean Bertrand Aristide (repuesto en el poder tras el golpe de Estado de Raoul Cedrás en 1991) había disuelto las Fuerzas Armadas. El oficial de 27 años fue incorporado a la recién creada Policía Nacional de Haití, en la que sirvió primero en Ouanaminthe (noreste), en 1995; Delmas (Puerto Príncipe), de 1997 a 1999, y Cabo Haitiano (norte), en el año 2000.
“Todos saben que (Philippe) está vinculado al narcotráfico y a las mafias, que tiene un pasado de acciones criminales como las ocurridas entre 2003 y 2004”, dijo Chalmers, al recordar las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos cometidas supuestamente por Philippe y sus hombres en los años en que, en medio de una grave crisis, encabezó una rebelión armada que condujo a la caída de Aristide y a una nueva intervención extranjera.
Una crisis como la que ocurre ahora
2023 será recordado como uno de los años más sangrientos en la historia de Haití, con un saldo de no menos de 3.960 muertos, 1.432 heridos, 200.000 desplazados internos y 2.951 secuestros en actos de violencia relacionados con pandillas según el último balance presentado el 28 de noviembre en Génova por el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk.
El autor es periodista, vicepresidente regional por Haití de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), columnista en el periódico Listín Diario de República Dominicana y colaborador de varios medios en América Latina y Estados Unidos. Actualmente radica en Miami.