Un cerebro feliz

Conociendo el contexto global que ocurre hoy día, la pasada pandemia, las guerras en algunos países del mundo y las crecientes disparidades económicas que nos acarrean como ser humano, nos lleva a reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra salud mental y nos enlaza a la pregunta que en algún momento de nuestra vida nos hemos hecho: ¿Qué nos hace felices? ¿O cómo podemos lograrlo?

Teniendo en cuenta estos fenómenos ocurridos en nuestra sociedad, es crucial dar a conocer los mecanismos cerebrales implicados en el manejo de nuestras emociones y el ser feliz. Es importante aclarar que no podemos estar en el estado de felicidad de manera permanente, por el motivo de que nuestro cerebro maneja una cantidad determinada de sustancias químicas que nos permiten estar en este estado de alegría o manejando otras emociones como la tristeza, la ansiedad o la ira.

Las investigaciones señalan que sustancias como la oxitocina, serotonina, dopamina y las endorfinas, se segregan en nuestro cerebro cuando nos sentimos felices. Por ejemplo, la oxitocina, conocida como la hormona del abrazo, nos genera calma y nos hace sentir tranquilos, por ello el hecho de darle un abrazo a alguien nos genera bienestar.

Por otro lado, la serotonina se relaciona con sentirnos relajados, satisfechos y nos ayuda en nuestra concentración. De igual modo la dopamina contribuye a que sintamos placer y a sentirnos relajados, también se relaciona con los procesos de memoria y aprendizaje, ayudándonos de alguna manera a que nuestros recuerdos permanezcan en el tiempo.

Es importante mencionar también que los hábitos nos ayudan, de una manera u otra, a generar estos neurotransmisores en nuestro cerebro, para mantener un adecuado equilibrio emocional. Razón que es de suma importancia saber cómo estos funcionan en nuestro organismo, para cuando nos sintamos un poco triste o decaídos, saber cómo volver al estado de alegría o felicidad, resaltando claro que todas las emociones son necesarias y que parte de ese equilibrio emocional es conocerlas para su mejor funcionamiento.

Estudios científicos han encontrado que el nivel de las sustancias químicas antes mencionadas relacionadas con la felicidad, también se relaciona con el tipo de personalidad que tengamos. O sea que no solamente es saber cómo fueron nuestros padres o ancestros en su comportamiento o cómo ha influido de alguna manera u otra la genética en nuestro accionar, sino que la neurociencia abre un camino amplio del estudio de la felicidad, conociendo más a profundidad estas sustancias químicas cerebrales, para contestarnos a la pregunta planteado al inicio, ¿Qué nos hace felices?

Así pues, tomando en cuenta los conocimientos planteados por el afamado psicólogo e investigador Daniel Goleman, una de las capacidades que podemos desarrollar es la inteligencia emocional para lograr un mejor equilibrio emocional, ya que nos permite conocer las emociones de los demás y las nuestras, actuando de manera más asertiva.

A medida que ha avanzado el tiempo, las investigaciones sobre el cerebro también se han orientado en conocer las áreas vinculadas con nuestras emociones, representándose así hoy día el sistema límbico como el área vital para el manejo de nuestras emociones. Estructuras como el hipocampo, la amígdala cerebral, el hipotálamo, entre otras, se ven implicadas en nuestro accionar, que a su vez interactúa con el sistema endocrino y con el sistema nervioso periférico, también para dar a conocer nuestras emociones y comportamientos.

Es importante señalar que cada uno de nosotros somos seres individuales y por tal motivo la forma de interactuar con el medio que nos rodea no siempre será la misma. Esto se verá determinado por múltiples factores, como las sustancias químicas antes explicadas, las estructuras cerebrales relacionadas con nuestras emociones, cultura, país y continente.

Nuestro estado de felicidad se enlaza hasta con nuestras creencias personales más profundas de lo que siento en el momento que debo de hacer, en una sociedad que ve y asume que todo lo que pasa en el medio ambiente es la realidad del otro, ya sea nuestro amigo, colega, hermano, pareja o hijos.

Por lo tanto, se aconseja cada día tener diferentes hábitos que nos ayuden a tener una vida más feliz y equilibrada a nivel emocional. Aquí mencionamos algunos:

Crea objetivos y metas. El hecho de que nos enfoquemos cada día en lo que queremos realizar, disminuye el cortisol y nos da más seguridad en nuestro accionar a la hora de comenzar el hábito de algo. Por ejemplo, si tenemos en mente realizar ejercicios tres días a la semana, el circuito atencional se activa enviando señales para nuestro objetivo de hacer ejercicio los tres días de la semana elegidos para dicha rutina.

Ponerse en contacto con la naturaleza. Esto hará que sustancias químicas relacionadas con la felicidad se activen y se activen las señales de bienestar en nuestro cerebro.

Da gracias cada día por algo ocurrido o simplemente el hecho de sentirte afortunado y merecedor de vivir. Esto aumentará la dopamina de manera natural y te dará bienestar.

Realiza actividades de autocuidado, como realizar ejercicio, comer de forma equilibrada, tener el descanso adecuado que necesite el cuerpo en ese momento, y tener espacios de esparcimiento y diversión en la semana. Elegir por lo menos un día a la semana para ello, nos ayudará a crear el hábito cada día, y creará las redes neuronales que se necesitan para ello.

En la actualidad no existe un método para ser feliz, sin embargo, existe evidencia científica de que aumentando las sustancias químicas relacionadas con la felicidad, nos encamina a ser más felicites y alegres cada día.

La autora es Doctora en Neurociencia, docente e investigadora de la PUCMM.

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