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Lecciones de una derrota

Una derrota en el campo que sea conlleva consigo una frustración. Sin embargo, las frustraciones de nuestra vida cotidiana no hay que asumirlas como una derrota, porque la mayoría son reactivas, o sea, originadas por situaciones mayormente fuera de nuestro control, como no recibir un ascenso o promoción que creemos merecer o una ruptura amorosa inesperada.

Hay otras que sí son de nuestra absoluta responsabilidad. Por ejemplo, compartiré con usted un caso manejado por quien esto escribe. Una colega especialista en una rama de la medicina de mayor demanda en la actualidad y quien goza de mucho prestigio, tenía que dar una conferencia muy importante, vía Zoom, por ser durante la pandemia, que sería vista por varios de sus maestros internacionales, colegas nativos, sus alumnos residentes de la especialidad, ejecutivos de laboratorios farmacéuticos y otras personalidades.

Pero no tuvo un buen desempeño en la conferencia, y la sensación de frustración fue inmediata, acompañada de síntomas depresivos reactivos (síntomas inauténticos, aunque sean con mucho llanto y lágrimas a raudales). Y como esa persona es una ferviente seguidora de una religión protestante, me dijo, muy llorosa e irritable al mismo tiempo: ¿Cómo pudo Dios permitir que su hija fiel hiciese el ridículo ante personas tan importantes, sí Dios ha prometido proteger a sus hijos e hijas? Le riposté que era una irresponsabilidad suya tratar de descargar sobre YHAVÉ la culpa del papelazo que hizo, por ser principalmente una persona procrastinadora, razón por la cual no se preparó de la manera adecuada. Le sugerí que en lugar de esa reacción histérica que no cambiaría lo ocurrido, proponerse dejar de ser procrastinadora y asumir con verdadera responsabilidad todos sus compromisos, sean grandes o pequeños. Por situaciones similares de nuestra vida cotidiana fue que Jesucristo dijo en una ocasión: "Pues los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de luz”. (Lucas 16:8).

Reacciones histéricas parecidas al relato anterior ocurrieron en nuestro país con los resultados de las elecciones presidenciales del 2020, cuando en realidad el final era completamente previsible y en cierto modo ajustado al título de la obra “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez, porque desde el inicio del libro se deja claro cuál sería el final. Y asimismo pudo haberse vaticinado, sin ser profeta, el resultado de esa contienda electoral. Sin embargo, para el 2024, aunque los principales partidos políticos estén lanzando una abundante cantidad de “fuegos artificiales”, parecidos a los usados para festejar la llegada del nuevo año, es el entusiasmo de esas organizaciones, debido a que la mayoría de los pobres del país, por idiosincrasia, suelen tener lo que en Psicología llamamos “Contagio afectivo”, que es la reacción de solidaridad con una persona o colectividad.

En la Biblia tenemos un ejemplo claro de contagio afectivo y ocurrió con Jesucristo, cuando éste ante el llanto de la hermana de Lázaro porque había muerto, y aunque él sabía que iba a resucitarlo, ocurrió que "Jesús lloró" (Juan 11:35). Así que el contagio afectivo de una parte importante de nuestro pueblo, tendrá su grado de influencia, aunque no estamos en capacidad de vaticinar a quién favorecerá, debido a que puede manifestarse apenas faltando días para las elecciones presidenciales, como ocurrió en España en 2004, cuando José María Aznar, en lo que se conoce como 11M, dio unas declaraciones sumamente torpes, que generaron un contagio afectivo de rechazo y la posterior derrota de su partido.

Nuestra vida cotidiana es dinámica y, por esa razón, siempre debemos estar preparados para enfrentar nuevos retos. La expresión anterior se debe a que el ejército de Israel, dirigido por Josué, había logrado una excelente victoria contra Jericó, una gran ciudad. Y, como es natural, se sentían regocijados. Pero las personas que triunfan deben tratar de mantener sus “cabezas frías” para evitar que precisamente el regocijo por los éxitos disminuya su capacidad de análisis y así seguir obteniendo las metas planificadas.

Eso que estamos exponiendo precisamente le ocurrió Josué y a los principales comandantes de su ejercicio. Josué envió espías a la ciudad de Hai para tener la mayor información posible y diseñar la estrategia de combate. Transcurrido un corto tiempo, los espías regresaron y le dijeron a Josué: “No suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos”. (Josué 7:3).

En la jerga militar ese informe verbal de los espías se conoce como una sugerencia impertinente, que incluso podría acarrear una sanción disciplinaria, porque estos espías tenían que limitarse a informar que eran pocos, no a sugerir que enviase tan solo dos mil o tres mil hombres para conquistar esa ciudad. Eso debió motivar una reprimenda de Josué, pero como él y sus comandantes estaban envanecidos por el triunfo contra Jericó, se consideraban prácticamente invencibles y estaban convencidos de que con pocos hombres podrían derrotar a todo el ejército contrario.

La conducta de Josué es reprochable porque él era el líder y como tal tenía la responsabilidad de mantenerse ecuánime y ejercer su autoridad, diciéndoles: Ya los escuché, ahora retírense. Con una conducta así o parecida reafirmaba su autoridad, porque en los asuntos militares y políticos, se establece casi siempre una lucha de poder, aunque está sea subliminal. También si el líder es percibido por sus subalternos como una persona débil de carácter, entonces, aunque de inicio lo alaben (porque tiene el poder), después poco a poco comenzaran a irrespetarlo y hasta podrían participar en cualquier conspiración.

Para estas próximas elecciones presidenciales 2024, los partidos políticos deben trabajar arduamente y con sagacidad.

Para estas próximas elecciones presidenciales 2024, los partidos políticos deben trabajar arduamente y con sagacidad.ARCHIVO/LD

Lo que todo líder con sabiduría debe hacer, aunque sus súbditos le apremien para tomar una decisión, es expresar que se tomará su tiempo para reflexionar y posteriormente les informará su decisión. Lamentablemente, Josué no actuó de esa manera, sino que se dejó influenciar del entusiasmo de sus hombres y complació su sugerencia. Veamos el relato bíblico: "Subieron allí unos tres mil hombres del pueblo y se tuvieron que batir en retirada ante los hombres de Hai. Los hombres de Hai mataron como a treinta y seis de ellos; los persiguieron desde delante de la puerta hasta Sebarin y los derrotaron en la bajada. Entonces el corazón del pueblo desfalleció y se les hizo como agua” (Josué 7:4-5).

Los hombres de Israel llegaron hasta la ciudad de Hai envanecidos, dando por seguro que obtendrían una victoria fácil. Y aunque para superar cualquier tipo de obstáculo en nuestra vida cotidiana es necesario ser optimistas, ese optimismo debe tener una base sólida, no fundada en ilusiones afectivas, para que nuestros objetivos puedan hacerse realidad.

El ejemplo más conocido de ilusión en la literatura universal es cuando Don Quijote de la Manche ataca con su lanza unos molinos de viento, creyendo de manera ilusa que estos eran gigantes que querían atacarlo, lo que ocurría por su psicosis afectiva. En la ilusión, a diferencia de la alucinación, una parte de la percepción es real (en este caso los molinos de viento) pero el trastorno de El Quijote la deforma y la convierte en paranoide (un ataque de gigantes).

En el caso de Josué y el pueblo de Israel es cierto que Hai era una ciudad pequeña y su ejército también, pero al evaluar esos datos bajo el influjo de la ilusión -por el ego inflado- fueron incapaces de valorar con sabiduría que, aunque el ejército de Hai no fuese numeroso, su sentimiento patriótico podía darles la motivación y el coraje para no rendirse y luchar hasta vencer o morir. Y por eso combatieron y derrotaron a los israelitas.

Es fácil comprender que Josué se sintiese angustiado por lo ocurrido y porque también sabía que bajo el liderazgo de Moisés no habían sido derrotados; porque aunque estando Moisés vivo, el pueblo de Israel fue derrotado en Horma, en esa guerra Moisés no participó, e incluso advirtió que serían vencidos. Así que esta estrepitosa derrota hizo que Josué se sintiese abatido, y tuvo lo que ya conocemos como “depresión reactiva”, un malestar afectivo que tiene su génesis en una causa externa conocida, como una ruptura amorosa, la muerte de un familiar, deudas enormes, o cualquier otro tipo de situación desfavorable y calamitosa.

Aunque la persona con una depresión reactiva exprese que se siente triste, sin ánimo para nada, con deseos de llorar, aún siendo así, no debe ser tratada con antidepresivos, sino con una buena psicoterapia. En muchas ocasiones en la depresión reactiva el síntoma que predomina no es la tristeza, sino la irritabilidad o agresividad. Por esa razón Josué hizo la siguiente oración agresiva: "¿Para qué has hecho cruzar el Jordán a este pueblo? ¿Para dejarnos en manos de los amorreos y exterminarnos? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! Y yo señor mío, ¿qué voy a decir después de que Israel ha vuelto la espalda ante sus enemigos? Los cananeos y todos los habitantes de esta tierra se enteraran, nos rodearan y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Qué vas a hacer por tu grandioso nombre?". (Josué 7: 7-9).

Esa historia tiene una segunda parte en la que Josué e Israel luego vencen a Hai, pero en esta oportunidad no tocaremos esa parte porque lo que nos interesa ahora es sacar lecciones de esa derrota.

Así podemos percibir que al igual que el caso de la doctora mencionada al inicio, Josué también trató de echar la culpa a YHAVÉ por su derrota, en lugar de reconocer que su fracaso fue por su irresponsabilidad y falta de preparación, como le explicamos a la médico.

Otra enseñanza es que nuestra religiosidad no nos hace inmunes a las derrotas y frustraciones, por tal razón debemos tomar decisiones, como dijo Jesucristo, que sean sagaces.

Para estas próximas elecciones presidenciales 2024, los partidos políticos deben comprender que en lugar seguir actuando como el estribillo de una famosísima canción de la década de los setenta “palabras, palabras, palabras, tan solo palabras…”, deben trabajar arduamente y con sagacidad, no como lo hicieron la doctora y Josué, debido a que ya vimos como en 2004 el Partido Popular Español era un amplio favorito en todas las encuestas para mantener el poder, pero por un desliz de Aznar (11M) perdieron de manera bochornosa.

Finalmente reiterarles a los religiosos que “no basta rezar”.

El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército 

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