Desde mi pluma
¿Laberinto sin salida?
A propósito del interesante y necesario foro sobre movilidad urbana impulsado por el periódico Listín Diario, me parece oportuno dedicar las siguientes líneas a una situación que nos atañe a todos los que residen, trabajan o se desplazan por la ciudad capital: el caótico tránsito.
Resulta tan difícil resistirse al análisis cuando, basta con calcular unos segundos y caer en cuenta de que pasamos más tiempo de lo normal en llegar a nuestros destinos, incluso si se trata de una distancia corta e incluso si no estamos en “hora pico”, pues desde hace un buen tiempo, esas “horas pico” se transformaron en mañanas tardes y noches de un tránsito convulso, congestionado y aparentemente sin solución cercana.
Sabemos que el flujo vehicular en Santo Domingo es enorme y la ciudad, en ese sentido ya nos queda muy pequeña, sabemos que hay avenidas o tramos mucho más concurridos que otros, sabemos que el transporte público y los vehículos privados no convergen en armonía, que nuestros conductores no siempre son los más prudentes o respetuosos a las señalizaciones y normas de tránsito en general y que muchos peatones tampoco son un ejemplo de respeto a estos reglamentos. Pero, entonces, ¿qué es lo que vamos a hacer para arreglar este desastre? ¿Qué estamos haciendo al día de hoy?
Probablemente, las autoridades pertinentes deberían concentrarse en factores que ahíncan la problemática como es el caso del transporte público. Porque aunque se han aunado esfuerzos para remediarlo, el sistema de transporte público en la capital es deficiente, lo cual obliga a muchas personas a usar sus propios vehículos. Pero sin dudas, una propuesta que surgió de este foro de movilidad, la cual aplaudo fervientemente, es la implementación de educación vial desde las escuelas. La educación es el arma más poderosa para enfrentar cualquier situación, nunca falla y siempre es oportuna. Entonces, solo espero que estos aportes de medios de comunicación, de miembros de la sociedad civil y de expertos en la materia, no se queden sobre la mesa y las instituciones competentes las valoren.
La ciudad necesita un respiro. El estrés, el gasto y la pérdida de tiempo que le genera a los ciudadanos todos los días este caótico tránsito no es normal. Dejemos de ignorar este hecho.