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Irrespeto malhechor

Los dominicanos tenemos que reflexionar. Cuando en una sociedad no se respetan los estamentos que nos rigen institucionalmente, un país no tiene las bases morales y éticas para convivir en paz y confraternidad cívica. Culturas como la griega, romana y china, antes de Cristo, fomentaron el respeto a estos poderes públicos indispensables para el desenvolvimiento de los ciudadanos en una sociedad, en un marco de autoridad y obediencia a las leyes. Estos estamentos que inciden en la vida cotidiana de un pueblo deben ser sobre guardados para mejorar la calidad de vida de sus miembros, para que en el ejercicio de sus funciones saquemos el mayor fruto posible de su protección sanitaria, moral, educativa; y en el caso de las fuerzas armadas, la protección efectiva del ciudadano en el umbral de su hogar, trabajo y sobre todo, la soberanía. Sin respeto fomentamos el libertinaje que arropa a todas las clases sociales y hoy nos impide lograr la seguridad ciudadana. La criminalidad y la corrupción administrativa no se resuelven ni por intercambio de disparos, ni por medidas que obliguen a los funcionarios públicos al cumplimiento estricto de la Ley de Compras y Contrataciones. La permisividad en nuestra sociedad ha venido de ciertas autoridades de turno que nos gobiernan. Este país necesita de ejemplos de autoridad. La balanza siempre se carga en los hombros del pueblo y se suaviza en las manos de los cuadros políticos de turno. Necesitamos urgentemente autoridad en el cumplimiento del deber, justicia y sobre todo, respeto a la vida y la educación del pueblo.

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