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SIN PAÑOS TIBIOS

Cero impunidad a la pedofilia

El caso de Wander Franco pronto será otro más, uno de esos que de cuando en cuando sacuden la conciencia nacional, y, cual sismo social, genera conmoción y espanto; pero, a medida que las réplicas de la indignación van aminorando, las placas tectónicas de la cotidianidad se acomodan hasta que los temblores cesan por completo, y todo vuelve a la normalidad… hasta que otro caso inicie el ciclo de nuevo.

Hablamos del caso Franco, porque ya olvidamos otros casos en los que el poder político o económico se impuso comprando impunidad y silencio, porque el problema de fondo es el marco mental que condiciona y facilita esas acciones; porque vivimos en una sociedad que romantiza, permite, negocia y promueve la pedofilia, que no es más que otra manifestación perversa de la desigualdad. Si aquí se tiene sexo impunemente con menores, es porque las condiciones de asimetría social hacen que sea fácil tenerlo; porque las instituciones sociales –y el conjunto de elementos y prácticas que la sostienen– lo permiten.

“Colegiala”, “Pequeña amante”, “La mala maña”, “Muchachita mía”, “Trece años” (entre otras) son canciones que narran un contexto y una realidad, cotidiana y asumida; o la “Fiesta del Chivo” y “Cien Años de Soledad”, donde se entremezclan crudamente el poder y el sexo con menores.

Lo dicho, que el problema es estructural; que la sociedad normaliza y no acepta que, sin importar formas, manejos, “apariencia”, “millaje” o “experiencia”, el sexo con menores de edad es ilegal y debe ser perseguido y sancionado. Tan disonante como la situación lo es la negativa a la sanción moral –y ni hablar de la jurídica –, que no conoce límites o diferencias entre clases, y, por eso, a todos los niveles encontramos expresiones de apoyo, idealización o relajación que rayan en la complicidad social.

Según la teoría del caso del Ministerio Público (MP), estamos frente a una multiplicidad de ilícitos realizados, tanto por el supuesto perpetrador de los mismos, como por familiares directos en calidad de cómplices o coautores. Por la trascendencia deportiva y económica del acusado, el MP ha actuado con la celeridad y espectacularidad que no ha mostrado con las 522 madres menores de 15 años que dieron a luz en 2022; o las que en los juzgados de paz reclaman pensiones alimenticias a hombres mayores de edad, quedando relegada la audiencia al plano estrictamente económico.

En definitiva, que estamos perdiendo el tiempo; que el morbo sólo sirve para hacer catarsis social; para lavar el pecado de nuestra indiferencia y apatía hacia un problema complejo, que más allá de una sanción moral y penal ejemplar a todos los que están involucrados en el caso (a todos, como dijo la monjita), amerita una política pública firme, que se traduzca en recursos –más que en discursos –, para cambiar esa actitud y dejar atrás esa lacra social que de tiempo en tiempo se expresa en un caso horrendo que se silencia, se oculta y se olvida… hasta que otro sale de nuevo.