Dossier Diplomático
Lenguaje corporal y diplomacia hoy
La diplomacia, como instrumento de ejecución por excelencia de la política exterior, debe valerse frecuentemente del denominado lenguaje corporal, más allá de las palabras habladas y escritas, para mayor efectividad de su ejercicio.
Las gestiones, las negociaciones y los acuerdos constituyen aspectos básicos de las relaciones diplomáticas. En ese contexto, quien participa en un proceso negociador de modo presencial debe poner especial atención en la expresión del pensamiento y de la voluntad de su “interlocutor”, manifestada tanto en su lenguaje como en su silencio. De igual forma, debe interpretar correctamente los mensajes, las “señales” y los gestos de la contraparte, así como entender el significado de la interrupción de la comunicación, de la forma en que se retire el interlocutor y de la “exageración de sus cumplidos” (A. Plantey).
El lenguaje corporal desempeña un papel fundamental en la comunicación no verbal, incidiendo en el ejercicio de la labor diplomática. Las expresiones faciales, las miradas, los gestos, las posturas corporales y los ademanes son “considerados como manifestaciones sutiles en el lenguaje corporal”, pues transmiten intenciones y emociones más allá de las palabras, y la habilidad en su utilización puede ser determinante para los resultados de las negociaciones, por lo que un eficiente negociador debe saber evaluarlos, interpretarlos y manejarlos apropiadamente.
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