Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

CONTROVERSIA

Un reportaje, un programa frustrado y un relato

En este diario acaba de aparecer un reportaje brillante de la periodista Patria Reyes, la cual no he tenido el honor de conocer, bajo el título: ”Atracando a un niño, el colmo de la inseguridad.”

Me llevó ésto a recordar muchas cosas de mi vida pública, una de ellas lo expresado en mi Conferencia “Tenencia de Tierras, Tensiones Sociales y Marginalidad”, dictada hace 39 años. En ella expuse como un pronóstico reclamante de comprensión, relativo a lo que podría significar un trato derogatorio del brillante Programa Social Agrario del Dr. Balaguer, que si se frustraba pasaría a ser causa de un desarraigo profundo del campesino de la tierra que le viera nacer.

Predije que, de producirse esa corriente represora de la justicia socialagraria, la Capital y los pueblos mayores serían abrumados por marginalidades y que los hijos de esa desgracia tendrían trastornos existenciales, en cuanto a que no se sentirían del campo, pero tendrían sus rebeldías frente a un urbanismo opulento y oprimente; que la paz social y la seguridad individual y colectiva serían temas muy lacerantes del país, con los cuales se haría difícil luchar para corregirlos.

.

.

Muchos insensatos entendieron todo lo contrario y dijeron: “Es un progreso que se haya invertido la composición demográfica entre el campo y las ciudades”, sin tener una idea siquiera de todo lo que implicaría ese trauma de perder los padres o las madres, cabezas de sus familias, la esperanza de ser incorporados a la tenencia de la tierra, que tanta seguridad siempre ha dado. Algo que yo llamé un estatuto de vocaciones, capaz de generar en el campesinado ciudadanos económicos incorporados a la producción del alimento de la República y dejar de ser simples peones ocasionales, así como fugaces votantes para organizar la elección de los poderes públicos.

El hecho es que se produjo la frustración catastrófica de la esperanza y desde hace ya un tiempo considerable se están recibiendo reacciones temibles de rebeldías, muy difíciles de someter a un control convencional.

Pensé en uno de mis 6 Relatos que condensara en folleto, “Doña Manuela”, porque ahí describo un episodio muy singular ocurrido en mi pueblo: la muerte de una anciana muy virtuosa, que fue asaltada por un joven ladrón estando en su lecho y que en forma extraña pareció amansarse cuando la dama le dijera: “Yo no tengo nada; si tú quieres toma ese Mentholatum que está ahí. Hijo, ¿por qué tú te dedicas a estas cosas?”

El diálogo entre ese ladrón y esa señora le fue confiado por ésta a una vecina tres días antes de su muerte, a la que susurrara: “Cuiden los niños y al pueblo que el diablo anda suelto.”

El relato es interesante porque el ladrón pareció conmoverse, a pesar de ser muy joven, y se apartó del delito, según se supo después del entierro de su noble e inexplicable consejera y ello porque, según la vecina, hubo una conversación más profunda acerca de algo que le dijera el ladrón a la señora: “Doña Manuela, yo he aprendido en la calle a hacer cosas malas, pero téngale miedo al tiempo en que los niños comiencen a matar y el diablo se suelte.”

Ese testimonio de la vecina fue confirmado por el viejo campanero, de la misma edad de la dama fallecida, quien le confirmó al viejo Obispo, ya en retiro, que ella le había hablado extrañamente de ese temor por la suerte del pueblo el día que los niños comenzaran a matar. Desde luego, el virtuoso sacerdote hizo reflexiones entre los amigos que le inquirieron qué entendía él de eso que había ocurrido con doña Manuela días antes de morir.

En mi relato figuran con precisión los términos de ese diálogo y por razones de espacio me veo impedido de reproducirlo textualmente.

El hecho es que carecemos de estadísticas vitales acerca de qué grado de participación han tenido en la delincuencia brotada durante las últimas décadas los delincuentes, especialmente jóvenes, constituidos en gangas. Pero, en el reportaje, digno de mención, hay expresiones como aquella del niño nervioso pidiéndole a la madre mudarse del barrio, temiendo de esas cosas.

Eso es marginalidad, que tiene en la base un odioso proceso de obstrucción de justicia social, que de no haberse producido se hubiese logrado una sociedad más justa y equilibrada. Siempre se lo dije al autor de las Leyes Agrarias: “Si ellos reciben vivienda, tierra, destreza, crédito, servicios públicos, cancha y escuela, permanecerán y será en beneficio inmenso de la República”. El balance, desgraciadamente, ha sido absolutamente diferente y lo estamos padeciendo.

Creo en la necesidad de organizar un ministerio dedicado a todo el control de los hechos y circunstancias que generan las tensiones agresivas entre el crimen y la autoridad. Evaluar, entre otras cosas, esa oriundez del desastre y tratar de organizar reformas penales prevencionales y penológicas de primer orden. Así lo explico en mi blog La Pregunta de esta semana: debe de hacerse tal como se ha hecho con Trabajo, Deporte, Cultura y otros Ministerios de misiones específicas. Un sueño, quizás, pero valioso como encomienda de alguien que ha vivido tan intensamente tragedias como ésta.

Una reminiscencia de esas cosas en este tiempo tan significativo para los cristianos es lo que he creído pertinente.

Es alarmante y lamentable el desconocimiento de esas realidades y ojalá sigan apareciendo aportes del periodismo con esas dimensiones. Mis felicitaciones a Patria Reyes.

Tags relacionados