oye país
Guerra urbana
Cada día se acrecienta la animadversión entre conductores que circulan por nuestras calles y avenidas. Motoristas, choferes de vehículos del transporte público -‘conchos’, voladoras, taxitas-, de carros y jipetas privadas se lanzan a diario a las calles dispuestos a pelearse, unos contra otros, en un escenario de terror y de cuyas confrontaciones cualquiera sale herido, física y/o moralmente, y sus vehículos con daños, muchas veces considerables. Es una especie de guerra urbana que cuando un conductor se ‘lanza’ al ‘campo de batalla’ sabe cuando comienza, pero no como termina. El gobierno, sin ninguna duda, ha fracasado en contener esta situación que día a día se agudiza, se complica y que parece que nadie tiene la autoridad para detener.
Los motoristas cada vez en mayor cantidad, irrespetan los semáforos, las vías contrarias, el entrecruce de vehículos que esperan el cambio de luz en un semáforo. Los choferes públicos -incluyendo de la Omsa- no respetan carriles, semáforos ni los derechos de los demás y casi siempre están ‘preparados’ para sacar un bate, un cuchillo y hasta una pistola para hacer ‘valer sus derechos’ al irrespeto, al desorden.
Conductores privados tienen a flor de labio una malapalabra para insultar al que lo ‘irrespeta’, sin saber las consecuencias de su osadía, siendo culpables muchas veces de la desobediencia de las leyes de tránsito.
En medio de esta selva hay unos señores -y señoras- vestidos de verde a quienes les importa un bledo lo que ocurre en su entorno y que, por el contrario -al igual que sus pares en motores- son parte fundamental del caos y desorden en este campo de batalla vial que le llaman ciudad.