Tribuna del Atlántico

El escarnio de los impecables

Convertida, quizás para siempre, en el lapidario escenario, de una versión moderna del circo Romano, las redes sociales son espacio para todo, desde dar a conocer el cumpleaños, la buena noticia del nacimiento de un hijo, o un nieto, lo mismo que para el escarnio público de todo aquel que parece, o es, culpable de algo.

Allí, puede usted, literalmente, vocearle a cualquiera, ladrón, corrupto, bandido, sin muchas consecuencias por el momento.

Es lo que hemos visto en estos días, con Bartolomé Pujals director de la Oficina Gubernamental de Tecnologías de la Información y Comunicación, OGTIC, sometido a una verdadera andanada de acusaciones por un contrato de 309 millones de pesos que se intentó otorgar, en su gestión, a una compañía constituida casi al vapor Health Gorilla, que habría iniciado sus operaciones el 29 de noviembre. Luego la denuncia de la nada despreciable suma de 6.9 millones pagados por esa entidad a “influencers”, para una campaña de redes sociales.

En la lona pública se ha lanzado también a la destacada comunicadora, Mariasela Álvarez, a quien se le cuestiona un contrato de 100 millones de pesos que favorece a un hijo suyo, la designación de una hija en un cargo relevante y los millonarios contratos de publicidad estatal que recibe su programa, nada inusual en el ecosistema de comunicación actual.

La razón principal por la que ambos son tirados al ruedo de este gran circo social, es bastante simple, Pujals, en sus protestas como parte de la marcha verde y Álvarez en su espacio de televisión, fueron críticos constantes de acciones e inconductas atribuidas a las pasadas gestiones de gobierno.

Que en la gestión de la OGTIC se procure dar un contrato de 309 millones a una empresa de reciente creación en el país, y, en la que figuran personas con vínculos con funcionarios actuales, que habría obtenido su RNC en 2 días, así como registro de Proveedor del Estado en tiempo récord. y en días no laborales, aunque luego se haya dejado sin efecto, genera legítimos cuestionamientos.

De la contratación de los influenciadores, se destaca sobre todo, la millonaria cifra utilizada para una acción de “vocinaje”, redes, que antes se condenaba.

Los casos de Mariasela, toman relevancia, más que nada, porque justamente ella solía ser bastante crítica de acciones similares en gestiones pasadas.

Si la empresa de su hijo tiene las credenciales para el contrato recibido, no lo sé, no dudo que su hija desempeñe adecuadamente sus funciones en Turismo, el tema es que, quiérase o no, siempre se entenderá que, en ambos casos, se ha querido complacer a la madre, independientemente de las competencias profesionales de sus hijos.

Pero además, se ve a figuras de trayectoria impecable, haciendo cosas o beneficiándose de acciones, que antes criticaban o cuestionaban.

No voy a comparar los casos, como lo ha hecho el abogado Julio Cury, con el de Robespierre, porque además de que creo que el ejemplo es excesivo, la simple alusión a la guillotina, me da, “tiriquito”.

Julio Martínez Pozo decía esta semana que, “el gobierno más corrupto es el último”, cualquiera que este sea.

Esta sociedad asumió como moneda corriente el escarnio que, afecta por igual a unos y otros y del que no se salva nadie, por muy impecable que haya sido su trayectoria, sobre todo, cuando hay cosas, que pueden ser cuestionadas.