Al país le espera otro segundo mal año

El 27 de enero pasado este diario publicó un enfoque bajo mi firma que indicaba que en el 2023 la economía era para los ricos, en el Gobierno molestó y lo entendieron tardíamente; hoy con un crecimiento del PIB deprimido de apenas un 2.5%, altos precios en los alimentos y en la energía eléctrica, sin dinero en las calles, no hay dudas que el pronóstico se cumplió.

No obstante los buenos números del Turismo y de las Remesas, las importaciones y exportaciones cayeron a todo lo largo del año y, el desempleo continuó afectando a las mujeres y a los jóvenes, sintiéndose sus efectos según miden todas las encuestas: la mayoría de la población declara que la economía va por mal camino y, que lamentablemente están peor que antes.

Cuando Joaquín Balaguer definió a futuro como un peligro al PRD, hoy PRM, en el año de 1996 como sinónimo del caos, se refería al desorden que había advertido en los gobiernos de 1978-1986, algo que muchos creímos que no se repetiría y nos equivocamos.

Se refería con ello a las desordenadas cadenas de endeudamiento sin causa, modestos entonces, que hoy asombran hasta a los apóstoles de la deuda; uno de ellos, recientemente, se refirió a los más de USD$ 30 mil millones contratados en préstamos en los últimos tres años, como algo sumamente peligroso para el país: cualquier traspiés de la economía, incluso externo, nos deja en una posición en extremo vulnerable de impago por el elevado porcentaje que representan, tanto el pago de los intereses y la deuda como porcentaje del PIB: cada semana llegan más préstamos al Congreso Nacional. Se está financiando un espejismo con endeudamiento masivo y pecaminoso.

El líder reformista había visto además el deterioro de los servicios públicos cuya eficacia hoy, ha sido borrada; retornaron los apagones que en el 2020 habían desaparecido, el servicio del 911, otrora orgullo del país, ha colapsado, la Red de Asistencia Vial del MOPC que fue una garantía en las autopistas, está abandonada y, el desastre de los pasaportes llevó a la cancelación del anterior incumbente: son ejemplos simples de la anarquía que exhibe el sector público y que todos los ciudadanos sufren.

Si para Balaguer constituían una apostasía la deuda externa y el desorden administrativo, más radical era su advertencia cuando anunciaba haber cerrado “el camino malo” que en octubre nos condujo a una crisis en las relaciones con Haití, cuyos nacionales son una presencia masiva que inquieta a los dominicanos tras la emisión de 396,796 visados en tres años, según investigó el Listín Diario: toda una locura, sin mencionar que con el canal de desvío los haitianos jugaron ping pong con el Gobierno. Le sacaron la lengua cada día.

El artículo con cuya referencia inicie la presente entrega encuentra su diana cuando se leen las encuestas y se observa que los ciudadanos opinan que “este es el Gobierno de los ricos” porque sus medidas económicas producen efectos solamente en el seno de ese grupo social, aunque ninguna nación progresa sin ricos y, cuantos más haya, mejor: pero las políticas públicas no se deben tomar para favorecerlos solamente a ellos.

Si alguien hoy pudiera explicarle a Balaguer las medidas de política monetaria adoptadas para controlar los precios hasta un anciano que estudió economía política hace 80 años se caería para atrás al evaluar la política de arranques y frenazos del Banco Central que sólo benefició a quien avisado – ya tenía el cinturón puesto- el resto se rompió la cara con los vidrios.

La astringencia monetaria de finales del 2022 para controlar una inflación muy alta del 9% anual, que llevó las tasas pasivas al 16% en papeles de deuda, al 13% en depósitos y papeles de Hacienda retirando más de RD$ 114 mil millones de la calle, se intentó revertir con la colocación de RD$ 64 mil millones que se despacharon las tesorerías de los bancos para mejorar sus números, en una sola noche, RD$ 34 mil millones, que se entregaron a los clientes premium en un día para refinanciar deudas caras con dinero barato… luego, otros RD $25 mil cuyo destino nadie nunca supo, pero de los que a la calle, llegó muy poco. Ni para entregar los instructivos hubo tiempo, fue un buen año para las grandes fortunas que abarataron sus préstamos.

Por ello cuando vemos la opinión de la gente que no estudió economía reflejada en las encuestas, observamos que la mayoría sabiamente cree dos verdades: que el Gobierno está en manos de algunos ricos, ni siquiera de todos como sector social y, porque las perspectivas de la mayoría de las personas son malas.

En el año de las elecciones tendremos más inflación que en el presente, incluso algunos productos como el pollo, podrían escasear, el azúcar también, al tiempo que la falta de dinero continuará sintiéndose, el desempleo se mantendrá y la energía, a pesar del notable descenso en los precios el petróleo, seguirá muy cara; las exportaciones, sobre todo por la caída de las ventas a Haití, no se repondrán y el consumo, deprimido, afectará las importaciones. Incluso la tasa de cambio, la que el mismo Gobierno en la Ley General de Presupuesto programó a RD$60 por dólar y ya está a RD$57 para la compra, continuará devaluándose: de la mano del Presidente Abinader, la República tendrá un segundo mal año.

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