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La “dinastía” Ortega en proceso

La historia muestra que han existido dinastías legítimas y aquellas que imponen en base a fuerza y terror quienes detentan un poder exagerado, pensando que no tienen límites.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, encabezan un acto en Managua, en foto de archivo.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, encabezan un acto en Managua.(AP Foto/Alfredo Zúñiga, Archivo)

Anastasio Somoza García es el fundador de una dinastía que gobernó Nicaragua, prácticamente a su sabor y antojo, durante más de cuatro décadas, entre 1937 y 1979. “Tacho”, como se le conocía, tuvo una formación militar, que en el siglo XX resultaba importante –casi indispensable– para quienes pretendían gobernar algún país latinoamericano por aquella época.

A “Tacho” lo sucedió su hijo Luis y luego su otro hijo, “Tachito”, ambos de apellidos Somoza Debayle y de carrera militar en la Guardia Nacional. Cuando cualquiera se refería a Nicaragua, decía que era “el país de los Somoza”, porque ellos y su extensa red familiar, no solo gobernaban, sino controlaban los principales negocios de la nación centroamericana.

Las dinastías fueron comunes durante siglos en Asia, Europa y Egipto. Aún hoy sobreviven algunas de ellas por linaje y tradición, aunque otras, como la conocida en Corea del Norte como la dinastía Kim, se ha basado en el poder militar, algo parecido a los Somoza.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FMLN) saltó a la fama mundial al alzarse en armas contra la férrea dictadura somocista. En 1979 “Tachito” tuvo que deponer el cargo y huir a Paraguay para refugiarse bajo el alero de otro viejo dictador, Alfredo Stroessner, quien no pudo evitar que un comando, seguramente prosandinista, asesinara a su protegido y amigo en septiembre de 1980.

Para entonces, Nicaragua era gobernada por el líder del FMLN Daniel Ortega Saavedra, un guerrillero que se jactaba de haber terminado con la dictadura y ofrecía para los nicaragüenses una época de libertad. Ortega dio paso en aquel entonces a un breve período democrático. Pensando que el pueblo votaría por él de nuevo, perdió en las urnas.

Como buen estratega militar, Ortega tuvo paciencia y volvió al poder en 2007, esta vez para no soltarlo más e iniciar un recorrido que parece calco de lo que antes se vio en Nicaragua bajo la férrea mano de los Somoza. Las redes familiares, el control de negocios y empresas y la represión a la prensa, son parte fundamental para detentar tanto poder. Economía, política, fuerza militar y prensa oficialista, están de su lado.

Pero ahora, a sus 78 años, es uno de los tres mandatarios más viejos en América (Biden, 80 y Lula, 78), y su sueño parece ser el de imponer en el poder a alguien de su sangre, como antes lo hizo Somoza García. Es un secreto a voces en las élites nicaragüenses que prepara el ascenso de su hijo Laureano (41 años), a quien la pareja presidencial habría designado como “delfín” entre los hermanos Ortega-Murillo.

Su carrera ha ido en ascenso dentro del poder político y recientemente Ortega dio “plenos poderes” para que Laureano represente a Nicaragua y firme importantes tratados con China y Rusia, países vitales para la sobrevivencia de aquella dictadura, aislada de gran parte de la comunidad internacional por la falta de libertades –aquellas que falsamente prometía–, por la negación de la democracia y las constantes violaciones a los derechos humanos, que han superado todo lo cometido por la dinastía Somoza.

Un reciente trabajo periodístico realizado por “Connectas” muestra que la pareja de Daniel Ortega y Rosario Murillo (vicepresidenta) ha creado toda una red de familias allegadas, por sangre o política, con el fin de controlar los focos de poder en Nicaragua. Esa red, de acuerdo con la exhaustiva investigación del medio, muestra que el entramado va mucho más allá de los cargos oficiales o de facto que le han dado a cada hijo.

Bajo “el libertador” de 1979, los nicaragüenses no solo han perdido sus libertades, sino que ahora deben enfrentar la posibilidad de que el dictador utilice todas las influencias que tiene para imponer a su sucesor, al mejor estilo de los hermanos Castro en Cuba.

No es vano destacar que en Nicaragua no hay libertad de prensa, por lo tanto, el pueblo no se entera más que de aquellos que le interesa a Ortega y Murillo. Así funcionan las dictaduras seudodemocráticas hoy en día. Así es que hoy los “nicas” se deben preparar para enfrentar esa “sucesión” que viene cocinando a fuego lento el hombre fuerte de Nicaragua.

Ex presidente de la

Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)