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Tres variables para un reportaje

Embarcarse en la realización de un reportaje es la aspiración de todo periodista que empieza a ejercer la carrera. Yo recuerdo claramente y hasta conservo el recorte del primer trabajo de este tipo en el que me involucré: corría el año 1994 y, estudiante de término, trabajaba ya en un diario donde crecí al sur del Perú.

El reportaje en cuestión trataba sobre “el “crecimiento desmesurado del parque vehicular”. El asunto lo había planteado el director de Arequipa al Día, Carlos Meneses, quien me dio el encargo de realizarlo. “Hoy tardé quince minutos más en llegar al diario. ¡Qué manera de haber carros!”, se quejó, y como suele suceder con él, dedujo inmediatamente que allí había una historia: la suya y la de miles de ciudadanos atascados en embotellamientos sin fin en esa ciudad tan pequeña.

El tema había caído por su propio peso: el aumento de vehículos, pero había que confirmar con datos, fuentes y testimonios lo que ha seguidas el director del periódico convirtió en una hipótesis: “Arequipa tiene tres o cuatro veces más carros que no más de hace cinco años, eso es seguro”.

La observación de mi primer director dio lugar a un trabajo que recopiló toda la información disponible hasta ese momento y concluyó en un reportaje que además de confirmar su premisa (en realidad había aumentado el 12%), descubrió otros factores como una bonanza económica local y los efectos de la migración interna impulsada en el Perú de entonces por el terrorismo y la contrainsurgencia.

Julio del Río Reynaga ya advirtió que “no basta que un reportaje salga de la genialidad de algunos cuantos reporteros (y directores agregaría yo)”, sino que debe ser el resultado de una labor ordenada que se conseguirá “al reconocerse las bondades de la reglamentación en los métodos y las técnicas de trabajo”.

Del Río va tan lejos que propone aprovechar las técnicas de la investigación social como guía para la realización de un reportaje. Y el mexicano Daniel Lizárraga, en un taller de la Fundación Gabo, hasta planteó una ecuación y tres preguntas que sintetizan la cuestión: Si en “x = y” el signo igual equivale a la “prueba maestra” que sustente la investigación (algo que demuestre irrebatiblemente la hipótesis), “¿Cómo puedo unir el hecho y la consecuencia?, ¿Cómo puedo lograr x = y?, ¿Cuál sería la prueba que necesito?”.

Por eso, plantearse esas tres variables, historia, tema e hipótesis (no importa en el orden que sea), ayudará a muchos al planteamiento, indagación y ejecución del reportaje, ese que está en cualquier lugar, lo más probable allá afuera, como en aquella congestión vehicular que llamó la atención de ese aguzado periodista.

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