enfoque
Otelo, envidia y celos inducidos
Otelo, el personaje central de la obra teatral del mismo nombre escrita por William Shakespeare alrededor de 1603, era el jefe militar de la República de Venecia (antiguo estado europeo 697-1797). Y tenía fama de ser un militar valiente y héroe de guerra que había conquistado nuevos territorios, y defendido a Venecia con éxito ante sus rivales.
Otelo tenía dos asistentes: Yago y Cassio. Y se da el siguiente diálogo en la primera escena de la obra: “Rodrigo: ¿No me dijiste que lo aborrecías?, Yago: Y podéis creerlo, más de tres personajes de esta ciudad le pidieron que me hiciese teniente suyo. Pero él orgulloso y testarudo se envuelve en mil retóricas hinchadas y bélicas metáforas, y acaba por decirles que no, fundado en que ya tiene su hombre. ¿Y quién es él? Un tal Miguel Cassio, Florentino, gran matemático. Nunca ha visto un campo de batalla, y entiende tanto de guerra como una vieja".
Ese diálogo nos enseña lo que plantea el monje San Agustín en su libro “Confesiones” de que siempre debemos tratar de conocer la motivación o motivaciones de una conducta, por más horrible y reprochable que sea.
En este caso, la frustración de Yago por no ser nombrado lugarteniente (persona segunda al mando, y que sustituye al titular en caso de éste faltar), le lleva a odiar a Otelo y a planificar su venganza.
Aunque en el transcurso de la obra, Yago en sus meditaciones se diga a sí mismo que su venganza es “justa”, porque tiene sospechas de que Otelo se acostó, o intentó hacerlo con su esposa Emilia. En Psicología eso se conoce como “Racionalización”, o sea, las falsas razones usadas para justificar un comportamiento. Y como es indigno pensar y planificar una venganza por no conseguir un ascenso militar, entonces para sentir que su venganza es “justa”, Yago se dice a sí mismo que Otelo lo convirtió en un cornudo, y así intentaba evitar tener sentimientos de culpa, por albergar una pasión tan deleznable como la venganza.
Deseamos también explicar que una conducta antiquísima en los militares es creer que quienes no son de carrera, como es el caso de Cassio, que era contador, no merecen los cargos importantes.
Pero realmente los deseos de venganza de Yago son por envidia. En la Biblia hay muchísimos versículos relacionados con la envidia, pero sólo tomaremos el siguiente relato relacionado con ese sentimiento: “Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Y sus hermanos le tenían envidia. Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle” (Génesis 37: 4, 11, 18). No vamos a analizar esa historia de José, hijo de Jacob, y sus hermanos, sólo deseamos que usted perciba que la envidia lleva a algunas personas a planificar un asesinato y hasta a consumarlo. En ocasiones logran matar físicamente y en otras logran la muerte moral de su víctima, como veremos que hace Yago con Desdémona, esposa de Otelo.
En la escena tercera de esta obra, el padre de Desdémona, Brabancio, se queja ante el Dux de Venecia (era el magistrado supremo y máximo dirigente de Venecia), y con los senadores, alegando que Otelo tenía a su hija viviendo consigo, porque la drogó o le hizo algún hechizo. Veamos sus palabras ante el Dux: “Le ha trastornado el seso con bebedizos de charlatanes, porque sin artes diabólicas ¿cómo ella, que no está loca ni ciega, había de caer en tal desvarío?”.
La creencia de Brabancio estaba fundada en la mandrágora, una planta muy conocida por atribuirle poder afrodisíaco y psicodélico. La Biblia nos habla de la mandrágora en dos de sus libros. En el capítulo 30 del Génesis, y en el capítulo 7 del Cantar de los Cantares.
El Dux le permite a Brabancio dirigirse directamente a Otelo y le dice lo siguiente: “¡Una niña tan tierna e inocente que de todo se ruborizaba! ¿Cómo había de enamorarse de un monstruo feísimo como tú, que ni eres de su edad, ni de su índole ni de su tierra”. Resulta que Otelo era muchísimo mayor que Desdémona y también era cierto lo de su fealdad.
El Dux le ordena a Otelo que se defienda y éste alega: "Era su padre muy amigo mío, y con frecuencia me convidaba, gustando de oírme contar mi vida año por año; mis viajes, desastres, peleas y aventuras. Ella me amó por mis trabajos, victorias, y desdichas”.
Con relación a la extrañeza de Brabancio por lo ocurrido con su hija, y a la explicación que expone Otelo, que a usted podría parecerle inverosímil, le explicaremos que en realidad el enamoramiento obedece a motivaciones conscientes o inconscientes. La mayoría de las personas suelen creer que lo básico para la elección de pareja es la atracción física, pero si eso fuese cierto, entonces solo veríamos parejas de bonitos con bonitas, y feos con feas, pero todos sabemos que eso no suele ocurrir en nuestra vida cotidiana, porque las motivaciones inconsciente son fundamentales para la elección de pareja. De igual manera, las motivaciones inconscientes provocan que algunas parejas sigan unidas en “muerte afectiva” (con predominio del aburrimiento), aunque para su estabilidad emocional les conviene separarse.
Existe también lo que se conoce como Sapiosexualidad, la atracción hacia la inteligencia o el intelecto de una persona, en lugar de la física. El término Sapiosexual lo popularizó en el año 2004 la escritora estadounidense, Jillian Prichard Cooke, quien utilizó la palabra por primera vez en su blog.
Otras mujeres sienten atracción por los militares. Muchos dicen que eso es un mito propagado por la milicia. Sin embargo para aclarar lo anterior, investigadores de la Universidad de Southampton hicieron un estudio para determinar si esa atracción es mito o realidad, y concluyeron que sí existía, pero sólo para los héroes de guerra. Sin embargo, quien esto escribe afirma que la atracción por los militares es real, pues uno de los factores para que las hembras (del reino animal inferior y superior) elijan sus parejas machos, es que estos sean fuertes y saludables. Y esa es la razón principal de que las "perras en celo” no permiten que los perros débiles y timoratos copulen con ellas. Y como se sabe los militares se mantienen haciendo ejercicios y lucen saludables -lo cual les hace creer que sus hijos nacerán saludables- y además suelen liberar feromonas que activan el proceso de atracción en muchas mujeres. Todo eso hace que sea cierto lo de la atracción que sienten muchas mujeres por los militares.
Como Otelo era militar y héroe de guerra, ese fue uno de los factores principales para que Desdémona se enamorara de él.
Veamos la parte final. El plan de Yago para vengarse de Otelo es provocar que sienta celos de su esposa. Y para eso usa la técnica preferida por todos los malvados, que actuando de manera insidiosa y usando expresiones verbales ambiguas, van introduciendo solapadamente el “veneno” de la duda, que se transformará luego en celos inducidos.
De esa situación fuimos testigos en los colmadones de mi barrio Villa Duarte, donde un tipo le decía a otro: "Compadre con las mujeres hay que abrir los ojos” y acto seguido ponía en la vellonera una canción para denigrar a la mujer.
Algo parecido hacía Yago. Y por eso Otelo le pide pruebas y Yago le responde: "Ahora no puedo darte pruebas”. Pero como ya había logrado sembrar el veneno de la duda, posteriormente estando a solas, Otelo reflexiona de la manera siguiente: “¿Quizás me estará engañando por ser yo viejo y negro, O por no tener la cortesía y ameno trato propios de la juventud? ¿Pero qué me importa la razón? Lo cierto es que la he perdido, que me ha engañado, y que no tengo más remedio que aborrecerla”.
Esa reflexión de Otelo es tragicómica, trágica porque esos celos inducidos acompañados de aborrecimiento y odio terminarán en un asesinato. Y es cómica porque él reflexiona que la supuesta infidelidad de Desdémona sería por ser viejo y negro, pero obvió referirse a su fealdad, de la cual le acusó Brabancio. Eso se debe fundamentalmente a que la mayoría de los hombres son narcisistas, y por eso el detalle de la fealdad no pasó por su mente.
El asunto es que Yago continúa con su plan diabólico y fue “exitoso” porque Otelo termina matando a Desdémona.
Lamentablemente existen muchísimos Yago enmascarados en nuestra vida cotidiana, aunque tengan motivaciones diferentes. A veces porque están interesados sexualmente en la pareja de aquel o aquella a quien le inyectan su veneno, el cual casi siempre surge por un rechazo de la persona que será calumniada.
Este triste final, obligatoriamente nos tiene que hacer reflexionar en que los celos inducidos es uno de los factores que inciden en la alta tasa de feminicidios en nuestro país. Y el otro factor fundamental es la desidia de las autoridades ante un mal social que ya alcanza la categoría de epidemia.
La Biblia nos dice en el libro Cantares 8:6: "Porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos.
Seol= infierno.
El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército