El ángel y el demonio del podcasting
Han sido días complicados para Spotify.
Y, por tanto, han sido días complicados para el podcasting.
No tendría que ser así.
No tendría que haberse permitido que una plataforma fuera tan dominante como para que su diagnóstico fuera el que aplica para toda una industria.
Los despidos de 2, 300 personas en Spotify en lo que va del 2023 van más allá del podcasting.
Spotify no ha podido encontrar el modelo que lo libere de esa dependencia en terceros que tanto le preocupa en torno a la música.
No lo ha conseguido ni con los podcasts ni con los audiolibros.
Pero aunque las variables para entender porque Spotify aún registrando ganancias por primera vez en un año y medio decidiera despedir al 17% de la empresa son muchas, ni la música ni los audiolibros se ven tan golpeados como el podcasting.
Es ahí donde Spotify invirtió dos mil millones de dólares en adquisiciones.
Es ahí donde una a una se han ido desmoronando esas compras hasta extinguirlas o reducirlas al mínimo.
Es ahí donde Gimlet pasó de ser la estrella de la corona tras ser adquirida por 230 millones de dólares a estar prácticamente muerta desde junio de ese año.
Es ahí donde Spotify se apresuró a cerrar un acuerdo exclusivo con los Obama por 25 millones de dólares en el 2019 sólo para lanzar dos podcasts de éxito relativo.
Aún peor resultó el acuerdo con el Príncipe Harry y Meghan Markle.
En Spotify ni siquiera los éxitos se salvan.
Los éxitos en métricas no han sido un éxito como negocio.
Al menos no dentro del propio Spotify.
Spotify no ha renovado, por ejemplo, a Juanpa Zurita con la tercera temporada de No hagas lo fácil.
El show se irá a YouTube en un intento de Juanpa por rescatar un show que considera de alto valor.
Lo mismo ha ocurrido en la relación de Spotify con el creador de Fausto, el true crime latinoamericano de mayor éxito hasta la fecha.
El escenario resulta incongruente.
No hay presupuesto para nuevas producciones, pero sí se le rindió tributo a Fausto como parte del décimo aniversario de Spotify en México.
El comeback de los podcasts no ha sido tal.
El éxito es más individual que de toda una industria.
Por cada show exitoso hay centenares de producciones que ni son escuchadas ni son monetizadas.
En The Town comparten cifras contundentes.
Cifras en las que Spotify tiene mucho que ver.
En lo bueno y en lo malo.
De acuerdo a Deloitte, existen mil 700 millones de personas que escuchan cuando menos un podcast al mes.
El estimado para 2024 habla de un 30% de incremento en el revenue generado por podcasts para alcanzar 3 mil 500 millones de dólares.
Pero el valor de esa cifra colapsa cuando se analiza el ingreso por oyente.
El propio Deloitte comparte que los servicios musicales de streaming generan 31 dólares por escucha.
Las plataformas de audiolibros, basadas generalmente en suscripciones, alcanzan 26 dólares.
El podcasting sólo 2 dólares.
Incluso por debajo de la radio que genera 10 dólares por oyente.
La respuesta de Spotify ha sido tan torpe como tardía.
Tras años de impulsar el audio, Spotify pretende abrazar el videopodcast como la verdadera vía para monetizar.
El problema es que si de eso se trata, YouTube siempre será mejor alternativa.
La percepción hoy es que el podcasting nunca será un gran negocio.
Y Spotify tiene mucho que ver en ello.
Si YouTube ha logrado mantener la hegemonía como la plataforma de video largo por excelencia ha sido a partir de la red publicitaria que construyó con promesa democrática de ingresos para todos.
Spotify, en cambio, quiso concentrarse en invertir en producciones propietarias que según sus matemáticas derivarían en nuevos suscriptores y en una menor dependencia hacia la música para retener a quienes ya eran suscriptores.
YouTube hizo para el video lo que Spotify no supo hacer para el audio.
No importa que estemos en la era del multiformato.
No importa que todo apunte a una experiencia inmersiva en la que todo se fusione a partir de la explosión del Internet Espacial.
Gracias a Spotify, hemos hablado tanto del podcast en los últimos años.
Pero también gracias a Spotify empieza a primar la idea de que el podcasting nunca será un gran negocio.
Eso pasa cuando permites que una sola plataforma sea el ángel y el demonio de toda una industria.