Autodeterminación
La autodeterminación de los pueblos está sustentada en la capacitación cívica de los ciudadanos en la toma de decisiones, para proteger y mantener la identidad nacional. Decidir sobre nuestro futuro es la soberanía personal que todos debemos asumir en la defensa de la cultura que nos representa. Jamás debemos confundir nuestra Independencia con la vanidad del ego de nuestras conquistas. En las manos del hombre adicto a la vanidad, la vida no es más que la sombra de un sueño. Debemos caminar hacia metas sin apartarnos de los principios, porque con ellos podremos tener un mayor concepto de lo que representa la equidad social, en la conquista de un sistema de derecho. Como el tulipán, que es fastuoso aunque sin perfume, así es el hombre que se vanagloria sin tener méritos. Como la mariposa que no ve sus propios colores, como las rosas que no perciben el perfume que esparcen; así es el hombre sin autodeterminación dejando que los demás tomen la decisión por ellos. Si no decidimos avanzar en el crecimiento familiar, laboral y moral, estaríamos caminando hacia metas sin consistencia en sus principios. En la medida que valoremos nuestra autodeterminación, estaremos defendiendo y preservando nuestra dignidad como persona. Todo lo podemos bajo la protección de Dios, como reza el Salmo 91… “Me invocará, y yo le responderé; con el estaré yo en la angustia; Lo librare y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación”. ¡Que así sea!